Por Rogelio Rivera Melo.
Relajación.
Suena el teléfono y de inmediato ocurre la reacción pavloviana, sólo que en lugar de una excesiva salivación, esta vez se presenta como un retorcijón en la boca del estómago.
El saludo. La amenaza. El intento de conciliación. La escalada de agresividad. Los métodos sicológicos aprendidos. La desactivación de la bomba. El arreglo. La desconfianza. La cesión. La idea de un acuerdo. ¿El engaño? La despedida.
Al desconectar la llamada llega la relajación. La boca, antes reseca, vuelve a sentir la humedad natural. Los esfínteres se aflojan. Una victoria más en el haber personal. Palmarés de los triunfos obtenidos en nombre de la empresa.
Pero la satisfacción solamente dura un breve instante.
Suena el teléfono… Vuelve la transferencia de persona a testigo de Pavlov, los malditos retorcijones.
La vida de los operadores de los centros de servicios al cliente no puede ser demasiado larga.
Posiblemente sea tan efímera como la relajación entre llamada y llamada.
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Este texto fue escrito en el marco del reto de Escritura Creativa del Reto del Mes: Septiembre.