Erin Go Bragh

Por Rogelio Rivera Melo

«… olvidé decirte bajo qué bandera luchamos de manera tan valiente. Era ese glorioso Emblema de los Derechos Nativos, esa bandera que debió haber ondeado sobre nuestra Tierra desde hace tantos años. Estaban San Patricio, el Harpa de Erin y el Shamrock sobre un fonde de color verde». 

Capitán John O’Reily, describiendo la bandera del

Batallón de San Patricio.

Bandera del Batallón de San Patricio. Erin Go Bragh – Por Siempre Irlanda.

La de «Los San Patricios» es una de esas historias tan buenas que uno no entiende la razón por la que ha sido relegada al olvido en la memoria cultural del país. 

Erin Go Bragh – Por siempre Irlanda.

El 8 de septiembre de 1847, durante dos cortes marciales llevadas a cabo en San Ángel y en Tacubaya, a las afueras de la Ciudad de México, el ejército de los Estados Unidos, declaraba culpables y condenaba a muerte a 50 soldados irlandeses. Su delito fue desertar y pasarse al bando de los mexicanos durante la guerra entre esos dos países.

El conflicto inició en 1846, cuando la República de Texas – separada de México desde 1836 – solicitó  la anexión como uno más de los Estados Unidos. México, que no reconocía la independencia de Texas, intentó recuperarla a través de las armas, pero el gobierno estadounidense apoyó el movimiento texano, declarando la guerra a México.

Después de la declaración de hostilidades, John O’Reilly, un irlandés desertor del ejército estadounidense organizó una fuerza de soldados para luchar en contra de las fuerzas invasoras. El nombre que le dió a esa unidad fue «Las Compañías de San Patricio».

Aunque la mayoría de sus elementos eran desertores del ejército invasor, también había hombres de otros países que radicaban en México. Junto a los irlandeses luchaban alemanes, canadienses, ingleses, italianos, polacos, escoceses, españoles y mexicanos en una de las unidades más pintorescas que se hayan formado jamás.

Al ponerse a las órdenes del Ejército Mexicano, la fuerza multinacional fue llamada oficialmente «La Legión Extranjera Mexicana». De manera jocosa, eran llamados «Los Colorados» (debido a su color de piel y cabello) por los soldados mexicanos. Ellos se auto-bautizaron «Batallón de San Patricio», siendo una de las mejores unidades de artillería de todo el ejército que luchó contra la invasión yankee, destacándose por su valentía y destreza en todas las batallas donde participaron.

Tropas experimentadas y probadas en combate, los «San Patricios» habían sido soldados en las guerras europeas, lo que los convertía en grandes ejemplos y motivadores para las fuerzas mexicanas que ni siquiera habían visto un fusil antes de la guerra. Uno de los oficiales estadounidenses, Ulysses Grant, quien llegaría a ser el soldado más respetado y presidente de su país, llamó a los «Colorados» la resistencia más tenaz a la que se tuvieron que enfrentar las tropas a su mando.

La Batalla de Churubusco

Pero ni la bravura ni la experiencia los salvó de ser capturados después de ser derrotados en la batalla que se desató en el Convento de Churubusco, el 20 de agosto de 1847. Superadas ampliamente en número y sin municiones, las fuerzas mexicanas al mando del General Anaya – entre ellas los «San Patricios» – debieron rendirse ante el avance estadounidense.

El ejército vencedor pasó por las armas a los soldados desertores que se volvieron al lado enemigo. A aquellos que habían desertado antes de la guerra los marcó con fierro al rojo vivo en la cara – el Capitán O’Reilly sufrió ese castigo, debiendo llevar una «D» en ambas mejillas por el resto de su vida.

Los supervivientes – aquellos que lograron escapar de Churubusco y siguieron luchando en la batalla por la Ciudad de México y el Castillo de Chapultepec – continuaron demostrando su característico valor durante el resto de la guerra. Cuando ésta terminó, fueron licenciados del ejército mexicano.

Algunos de los «San Patricios» regresaron a Europa, otros consiguieron trabajo en México y su reputación como héroes de guerra se extendió por todos los confines del país.

En la ciudad de México cada año, el Día de San Patricio y el 10 de septiembre, se lleva a cabo una pequeña ceremonia en la Plaza San Jacinto de San Ángel. Después de que las bandas tocan el himno de México y el de Irlanda,   se colocan arreglos florales frente a un pequeño obelisco con una placa; luego se leen los nombres de los 71 soldados extranjeros que murieron en la guerra. Al terminar cada nombre, los presentes exclaman «Murió por la Patria».

Una patria que no era la suya, pero que defendieron con su vida como si lo fuera.

¡Erin Go Bragh!