El 8 de julio de 2021, el presidente estadounidense Joseph Biden declaraba que «no es inevitable» que los talibanes retomen el control de Afganistán, y expresó su «confianza en la capacidad» de las fuerzas de seguridad afganas.

El 15 de agosto, el Talibán ha entrado a un Kabul sin presidente, obteniendo el control de las principales ciudades del país.
Lo que está sucediendo en Afganistan hoy será tema de estudio sobre geopolítica, política, historia militar y general en unos años. Se analizarán las causas y las consecuencias a nivel estratégico, quizá táctico.
Pero las historias personales de hoy deben de ser desgarradoras.
Esas pocas veces salen a la luz.
Y en un régimen como el Taliban en el que se debe alinear toda la sociedad a su manera de ver y entender la civilización, y que destruye, literalmente, toda oposición a su visión, será harto difícil analizar la perspectiva de la gente que vive de primera mano los sucesos de hoy en Kabul, y lo que pasó en las semanas, horas y días en todo el territorio retomado a la fuerza – aunque a veces sin oposición – por uno de los sistemas más fundamentalistas y fanáticos que hemos visto en las últimas décadas.
Que la vida sea próspera para toda esa gente que queda atrapada en un sistema totalmente apabullante y represor.
Así la historia.
Mientras tanto, veremos.