
El reto de noviembre es “30 días sin redes sociales“. Un mes para mantenerse sin Twitter, Facebook y Instagram. No Linkedin. Esas son las redes que utilizo.
La situación del 9 de noviembre:
«Hablemos de errores, camarada. ¿Cuál es el más grande que has cometido?«
Lo miro a los ojos y busco un doblez en su mirada. Pero sus pupilas se dilatan, clavándose en las mías. Ahí se mantiene. No puedo desviar la mía. No debo. Ahí me quedó. Los segundos más largos del día.
Esa mirada no admite mentiras. Y una buena pregunta siempre merece buena una respuesta. Aunque a veces no la encontremos rápidamente.
«No sé cuál sea el más grande, pero el más recurrente ha sido tratar de corregir los errores de otros, asumiéndolos como propios«.
Sus labios se curvan hacia arriba y las grietas alrededor de los ojos se ensanchan. Es un gesto de belleza cruel. «Es uno de los más comunes en la gente decente. Pero no el más grande. Aprenda de eso».
«¿Y usted? ¿Cuál es el error más grande de su vida?«
Por primera vez flaquea la fuerza con la que me mira. Por un breve instante percibo un atisbo de nostalgia que desaparece en cuanto sonríe para contestar. Los ojos vuelven a brillar.
«El error más grande que he cometido es no reconocer que el bombero necesita del fuego para vivir».
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El día que uno deja de aprender es el día en que deja de crecer.
Hoy sobreviví a un día más. Faltan 21.
Veremos.
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Texto y fotografía por Rogelio Rivera Melo