
El reto de noviembre es “30 días sin redes sociales“. Un mes para mantenerse sin Twitter, Facebook y Instagram. No Linkedin. Esas son las redes que utilizo.
Soy malo para los exámenes. Cuando era niño reprobaba hasta los de sangre.
El problema es que la vida tiene esa maldita costumbre de ponerte pruebas cada tercer día. Y para esas no hay estudio previo, ni acordeón o trampa que valga.
Y esas pruebas a veces las pasas con nota sobresaliente, otras veces simplemente las repruebas.
Ahora, siempre he mantenido la idea de que uno puede aprender de todas las cosas que te pasan en la vida. Y siempre he aprendido más de un examen fallido que de un paseo por el parque.
Como siempre, al final del día, uno siempre debe hacerse tres preguntas. Y más te vale aprender de las respuestas.
Hoy tuve examen. De esos que no quieres tener muy seguido. No sé si lo pasé. Siento que no. Y está bien. Pero me queda claro que las mejores lecciones, las que se quedan, las que se convierten en «experiencia de vida» son las que te causan algún tipo de molestia. O dolor.
Me dolió. Pero aprendí. Y puedo contarlo. Y revivir la experiencia para evitarla en el futuro. Así que no me fue tan mal. Un buen día siempre es el que termina contigo vivo. Los demás son malos días.
Así que… ¿lección aprendida, Rivera Melo?
Eso es lo que cuenta, ¿no?
¿Qué sigue? Fluir, sensei. Fluir.
Veremos.
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Un día menos es un día más. Faltan 3.
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Texto y fotografía por Rogelio Rivera Melo