
El reto de noviembre es “30 días sin redes sociales“. Un mes para mantenerse sin Twitter, Facebook y Instagram. No Linkedin. Esas son las redes que utilizo.
30 de noviembre.
La enorme dignidad de permanecer de pie, con estoicismo, ante el embate del enemigo, el poderío del mar y la fuerza de la ira. Porque no se pide tregua cuando la batalla se lleva en la sangre.
La inmensa humildad de confiar en el equipo. Porque la fuerza no está en el individuo, sino en la manada que te acompaña hasta los portones del infierno y se ofrece a ingresar contigo si es necesario.
El gran poder de comprender que todo es posible, que no hay muro que no sea inamovible y misión que no pueda ser llevada a cabo. Porque si no existe un modo, se busca y si no se encuentra, se inventa o se improvisa.
La monumental aventura de saber que las reglas son los lineamientos establecidos, pero que pueden estirarse o incluso romperse, si existe un objetivo común que merezca ser alcanzado.
La exorbitante responsabilidad de generar incluso cuando no hay recursos, de sumar esfuerzos, de abrir puertas, de hallar la manera de salir de las sombras.
La alocada imprudencia de arriesgarse cuando no existe la garantía de triunfar o la seguridad de salir impunes – vivos – del combate.
Nada es fácil pero todo pasa. Y, cuando las cosas fluyen, no importa que sean complicadas o incomprensibles; no toda travesía es una caminata por el parque. Pero hay que elegir bien a quién quieres a tu lado cuando debas atravesar el Valle de la Muerte. O trepar al árbol de la Vida
No hay plazo que no se cumpla…
FIN.
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Un día menos es un día más y hoy se terminó el reto. Misión cumplida.
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Texto y fotografía por Rogelio Rivera Melo