Una vez alguien me dijo que uno siempre debe tomar en consideración a las personas viejas en trabajos que son para jóvenes. Y hoy, por primera vez, me sentí veterano en mi trabajo.
"Compadre, eres bueno, pero te arriesgas demasiado".
Ese comentario me lo hizo hoy un compañero de trabajo al terminar una capacitación de manejo de maquinaria pesada.
Sus palabras me calaron hondo. Pero luego me di cuenta de que es el mejor halago que me han hecho este año. Sobre todo porque mi desempeño durante la semana ha sido impecable.
Claro, he cometido errores en las tareas que vine a aprender y que todavía no domino, así como también he compartido consejos a los demás en las que tengo alguna experiencia. Pero de eso se trata.
Y sí, soy bueno. Después de veinte años de hacer mi trabajo, sería el colmo no estar a la altura de las circunstancias y del puesto que desempeño.
La verdad es que, después de las palabras de mi colega, me quedé pensando sobre la gran responsabilidad que uno tiene como miembro veterano del equipo.
No es solamente mantenerse en plena condición. Los jóvenes que llegan, lo hacen con toda la ambición del mundo, Y aún cuando sé que ellos desean mi posición y competirán para tener una oportunidad, yo los tengo que guiar, cuidar y proteger – incluso de sí mismos. Hasta que llegue su momento y termine el mío. Uno que cada vez está más cerca.
Es por eso que no puedo permitirme ser tibio y no arriesgarme. Sé lo que puedo hacer. Sé de lo que soy capaz. Confío en mis instintos. Esa es la prerrogativa que te da la longevidad.
¿De verdad esperan que me quede muy quieto, esperando a que los demás tomen la iniciativa cuando es mi responsabilidad hacerlo? Lo siento, pero no es mi estilo. La experiencia lleva de la mano a la responsabilidad.
Durante mi vida, ponerle pasión a las cosas me ha metido en innumerables problemas, pero jamás me ha sacado de uno.
Y no sé ustedes, pero yo prefiero siempre tener una o dos dificultades profesionales, un reto o dos en puerta, nada más para no aburrirme y mantenerme en el límite superior de mis capacidades.
Y es que de eso se trata: ser
mejor humano cada día. Si lo piensas bien, eso es algo mucho más difícil que conquistar el mundo.
Así que no puedo permitirme detenerme aún. Todavía hay muchas cosas para mejorar, tanto por hacer.
Y para descansar habrá mucho tiempo… después de muerto tendré una eternidad para estar quieto y gozar de tranquilidad.
Pero mientras tanto, veremos.