«Escribir por rabia». Entrevista a Alejandro Carrillo, escritor mexicano, ganador del Premio Mauricio Achar 2016, con su novela Adiós a Dylan.

Alejandro Carrillo.
Me encuentro frente a Alejandro Carrillo, autor de «Adiós a Dylan», novela ganadora del premio Mauricio Achar 2016. El creador de los proyectos Tinta Chida, Pelea y Escribe y MicroChingón, se sienta frente a mi y pide un café negro. «La vida para mi ha sido muy movida estas últimas semanas», me dice. «He andado en chinga».
Cuando comenzamos a hablar, sus ojos tranquilos – apenas visibles entre la visera de su gorra de beisbolista y su espesa barba – comienzan a adquirir un brillo de emoción, el fulgor que solamente puede dar la satisfacción de haber terminado un trabajo bien hecho. No puedo desaprovechar el momento para lanzarme directamente sobre el destello.
Le preguntó de dónde nace Tinta Chida, el proyecto por el que nos conocimos hace más de un año, y lo que percibo ya no es emoción, sino pasión.
«Todo surge de la rabia».
«Siempre quise ser escritor, pero en algún momento entré en un estado de comodidad. Ese letargo dañino que debe sacudirse de alguna manera. Tinta Chida es el experimento de Alejandro para demostrar, a mí mismo primero, y luego a los demás que uno puede vivir haciendo lo que le gusta. Escribir para mi es mi pasión. Si no vives algo con deseo comienzas a acumular un enojo enorme que tiene que salir. Todo esto que me está pasando surge de una rabia encauzada que sentía por no poder ser lo que quería».
«Es es Alejandro Carrillo, el escritor, el hombre con una gran rabia, con un profundo miedo al rechazo, con una enorme ambición de querer explorar todas sus versiones». Mientras habla, levanta los brazos para mostrarme el tamaño de sus sueños y miro sus tatuajes: una Torre Latinoamericana, una máquina de escribir, un Monumento a la Revolución.
«Antes de tomar la decisión de escribir para vivir, me hallaba en un estado de comodidad – era programador de sitios web y páginas en internet. Pero llega un momento en el que uno debe decirse a sí mismo: ¡Pelea! Por tus sueños, por lo que quieres. Y entonces en esa pelea decides exponerte al dolor. El rechazo que uno siente como escritor duele. Que te dicen que tu trabajo es una mierda no es chido. Pero debí haberme expuesto más, debí haberme expuesto antes. Envié Adiós a Dylan a varios concursos y perdí en muchos. Después me enteré que gané en otros, pero ya no me dieron los premios porque gané el Mauricio Achar». Se ríe.
Bob Dylan y la cosecha dulce.
«A los 35 años, a finales de 2016, me avisan que mi primera novela ganó el premio Mauricio Achar. Y eso uno lo puede ver como el comienzo. Pero en realidad es que el año empezó con miedo, con incertidumbre, con muchos proyectos andando pero con terror de que no funcionaran, de que no prendieran. Al final, este fin de año no es el inicio, sino la cosecha dulce de todo el trabajo duro que se hizo antes».
«Adiós a Dylan es la historia de Omar. Una parte de su historia», tocamos el tema de los personajes de la novela. «Te puedo decir que hay mucho de Omar Brambila – personaje central de la novela – en Alejandro y viceversa. También hubo un época en la que yo quise sentir una necesidad de moldear lo que vivía como si fuera una historia de esas épicas. De imaginar a las personas, idealizarlas para que encajaran en mi mundo. Pero al igual que Omar en Adiós a Dylan, he tenido que madurar, tomar conciencia. Ser consciente de tus actos es vital para entender, para no lastimar y que no te lastimen».
Hablamos sobre el fanatismo y la idolatría a los modelos. No podía faltar el comentario sobre Robert Allen Zimmerman aka Bob Dylan. «El Bob Dylan de la novela es fantástico, no es el Bob Dylan de la vida real, ni el de los discos, ni el de sus historias, ni el de las letras de sus canciones, ni el ganador del Nobel de Literatura. Ese, el Dylan que ganó me genera una gran satisfacción, pero creo que es más por el movimiento telúrico que ese galardón desencadenó en los escritores, en los académicos, en los puristas. Verlos rabiar por que un extraño a ese mundo suyo haya ganado es algo bien chingón. También él tiene una historia. El Nobel no es más que otra cosecha de su larga trayectoria».
El futuro.
El Alejandro Carrillo seguro en todas sus respuestas sólo titubea cuando le pregunto por el futuro de Omar Brambila. Se ríe, se quita la gorra, se la vuelve a poner. «¡No sé!», me dice. «Nadie me había hecho esa pregunta». Se repone. «Imagino que le irá bien. Me emociona pensarlo. Después de unos putazos de realidad uno aprende. Aprendes o te mueres».
«¿El futuro para Alejandro? Pues hay Tinta Chida para rato, hay más talleres, ya estoy trabajando en la siguiente novela…» Lo interrumpo. «No me cuentes. No quiero saber». «Te chingas, te voy a contar porque me emociona, wey», se ríe y me cuenta. Ya la quiero leer. Incluso me ofrezco para ayudarle.
«El futuro para México…», cierra los ojos y cuando los abre mira hacia adelante como si lo pudiera ver. «Me gusta pensar que el futuro del país está más en nuestro control de lo que creemos. La única manera de intervenir el futuro está en la auto-observación. Lo inmediato de nosotros es lo único que podemos cambiar». Se pone serio, percibo la rabia por debajo de su voz cuando lo dice. «Todos decimos que Trump es racista, que las Ladies y los Gentlemen son unos ojetes y culeros. Pero ¿qué tan racistas, ojetes y culeros somos nosotros? ¿Lo aceptamos? ¿Lo vemos? En ellos solamente vemos el reflejo de nuestros propios defectos. Eso es lo que hay que cambiar. El destino no está allá afuera. El futuro es nuestro propio reflejo».
Adiós a Dylan es un road trip, el viaje de un fanático de Bob Dylan hacia su propio descubrimiento, que nos lleva – con soundtrack incluido – a una historia común en todos nosotros: llenar de algún modo el vacío existencial, las ausencias, las añoranzas que vivimos con la idealización de algo mejor y la figura de un role-model que está más allá de lo humano.
La presentación de Adiós a Dylan se llevará a cabo en la Librería Gandhi Sucursal Mauricio Achar, el día 19 de enero a las 1900 horas.
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