Es viernes por la tarde y hay un Norte en Veracruz. "EL Norte es nuestro invierno", me dicen aquí. Llueve, hay rachas de viento de unos 100 kilómetros por hora y hace frío, a pesar de los 25 grados centígrados que marca el termómetro.
Como no hay mucho por hacer con semejantes condiciones, tomo un libro y me dirijo con él al Gran Café del Portal, el primer café de Veracruz – antes era La Parroquia.
Entro al establecimiento, un gran salón con una hermosa barra y mesas antiguas. Me recibe un mesero con librea para conducirme a mi mesa, justo frente al enorme espejo en el fondo del salón. Le pido un café lechero. Nada más.
Debo terminar de leer "Adiós a Dylan", el libro de Alejandro Carrillo, ganador del Premio Mauricio Achar Random House 2016, así que me sumerjo en la lectura.
Regresa el mesero con un vaso con café. Como estoy leyendo, pasan dos minutos antes de percatarme que no le han puesto leche. Le hago una seña al elegante garçon.
"Joven, lo molesto con la leche, por favor". Me mira asombrado. "Usted no es de aquí, ¿verdad?" Con una "sonrisa" le digo que no. Casi puedo percibir un "De seguro eres chilango, coño", pasando por su mente.
"Aquí se le llama al mesero con la cuchara", me espeta. "Y se va".
Me acuerdo del chiste. Y no me puedo reprimir. Lo vuelvo a llamar, como quien llama un ave al vuelo.
Con toda la seriedad de la que soy capaz le expreso "Oiga, joven. Ya sé que aquí se les llama con la cuchara pero parece que la mía no sirve. Mire… (poniendo el utensilio como micrófono junto a mi boca)… ¡Mesero, mesero!"
Hubieran visto su cara.
Terminaré de leer mi libro en el hotel. O en un bar. ¿Como se piden los mojitos en Veracruz?
Veremos.