Por Karina Suárez
“Café con mi amigo imaginario” X.
Mucha gente habla de las reacciones instintivas para tratar de entender algunas conductas del humano y justificarlas a través del argumento de «es lo normal». Pero ¿podemos apelar al instinto para justificar nuestras acciones «animales»?

Instinto vs Razón
Aunque el cerebro humano es un órgano único en su complejidad fisiológica, también comparte muchas cosas con el de los demás seres que tienen uno. Esas similitudes nos pueden llevar a actuar de manera «primitiva», por llamarle de algún modo.
Aquello que compartimos con los demás animales (lo que algunos neurocientíficos llaman «nuestro cerebro reptiliano») puede tener un dominio sobre nuestras acciones, sobre todo si le permitimos tomar la batuta. Pero lo que quiero exponer ahora es el punto en que, a pesar de nuestra herencia animal, es evidente que también contamos con una psique humana y racional activada por el neocórtex y que, por supuesto, debería marcar la diferencia entre nuestros comportamientos «instintivos» y los «racionados». Entonces, ¿por qué decidimos mencionar al instinto como la causa de nuestras acciones e inclusive justificarnos con él?
En una clase sobre comunicación no verbal para mis alumnos universitarios, les pareció admirable que el ser humano sea el único primate con esclera, esa membrana que protege a los ojos y les da ese característico color blanco alrededor del iris. Se piensa que este rareza pudiera deberse a un proceso evolutivo relacionado con la necesidad de visualizar las emociones de los demás a través de los ojos. Esta rareza convirtió a la esclera en un medio de comunicación que permite ver hacia donde miran los demás y así identificar el estado emocional del que tengo enfrente.
Entonces ¿qué pasa cuando logro reconocer las emociones? ¿En que cambia nuestro mundo con esta insignificante diferencia? El contacto visual es el principal mecanismo regulador de nuestra comunicación no verbal. Es aquí donde el juego entre instinto y razón empieza su lucha.
Te miro, me miras. El instinto primitivo usa la mirada como un método para medir el poder y el dominio. Es por eso que no hay que mirar a los perros directamente a los ojos. Es un desafío. A los humanos nos molesta cuando alguien se nos queda mirando fijamente. ¿Por qué es incómodo que me veas «de más»? Pues porque la parte animal de mi cerebro me alerta ante un posible ataque. Pero es aquí donde debería entrar la razón, la parte humana, la mente. La vida no es una batalla ni una cacería. Podemos comunicarnos a través de la mirada, de la razón, de las palabras, de las obras. Somos humanos, ¿no?
La comunicación entre nosotros, los humanos, podría ser menos compleja de lo que pensamos si dejáramos a un lado la justificación de «es mi naturaleza», «así soy» o «es natural que uno actúe así». El manejo adecuado de nuestras emociones podría suprimir al reptil instintivo que llevamos dentro y nos ayudaría a dejar fluir el pensamiento que nos guíe a un proceso de construcción consciente.
La ineptitud emocional en el mundo ha sido devastadora: las formas de violencia y agresión con las que nos topamos cada día son desencadenadas por el puro instinto. Y las crisis son resueltas del mismo modo. Lo interesante de todo esto es que, al reaccionar así, nos vemos convertidos, «por instinto», en victimas. Y luego, «por instinto» pasamos a ser victimarios que actúan desde la necesidad de resolver una situación de inferioridad en la que nos vimos expuestos. Y vivir así, en un cambio constante de roles de «dominado» a «dominante», es peligroso y dañino.
El balance emocional personal depende de cada uno de nosotros. Crear un destino emocional estable requiere de voluntad, de auto-conocimiento y, principalmente, del derribo del ego.
Vivimos en pánico de ser cazados y masacrados como animales. Vivimos con la necesidad de buscar venganza en contra de quienes nos hicieron daño. Podemos trascender y encontrar la supervivencia emocional tan necesaria para encontrar una paz personal que, a la larga, será un granito de arena para hacer un mundo mejor.
La artesanía de tus emociones no consiste en negarlas y reprimirlas, sino en saber cómo moldearlas y adecuarlas para usarlas a tu favor en tu crecimiento personal y tu tranquilidad emocional. No se trata tampoco de contrarrestarlas. Eso implicaría una lucha en contra de ti mismo. Se trata de sentirlas, entenderlas y darles un sentido que las dirija al camino adecuado, al que sea mejor para ti.
Ya no estamos en una jungla. Ya no somos reptiles que actúan por instinto. Pasemos de eso. Podemos construir nuestra propia vida de acuerdo a un equilibrio emocional racional, no determinado por las reglas de la selva.
Si necesitas ayuda para hacerlo, acude con un terapeuta profesional capacitado para ayudarte. Pero, mientras tanto, también toma en cuenta estas recomendaciones:
En una situación determinada en donde se percibe una amenaza, primero debemos calmarnos. Hay que pensar y tomar conciencia del modo en el que nos sentimos. Verbaliza tus sentimientos y también trata de reconocer los de los demás. Usa la razón a la hora de tomar decisiones.
Las emociones son naturales, las reacciones son instintivas. Pero somos seres humanos, racionales y pensantes. Tratemos a los demás en coherencia con el trato que deseamos para nosotros. Ese es el inicio de la sociedad humana. Algo que hemos perdido de vista en los últimos años.
Nos vemos en quince días.
Karina Suárez.
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Lo que la autora bien describe decide nuestra organización económica, nuestras ideologías predominantes, nuestra incapacidad para controlar la contaminación ambiental, la corrupción generalizada en sociedades con cultura individualista más un largo etc de temas cruciales de la humanidad
“Razón vs instinto, la última batalla” “Envidia y codicia, dos armas destructivas” “Míralo, Zaratustra está ahí. Nadie lo vé pero siempre está (1) (2) (3) (4)” “Presento a Zaratustra, el protagonista del blog y del libro” en: razonvsinstinto.blogspot.com
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