LA COLUMNA TORCIDA DE HOY. Por Sergio Monroy Collado.
MIÉRCOLES 18 DE ABRIL, 2012
Hace un par de días, en una conversación de Facebook, Roy Rivera Melo invitó a varias personas para que escribieran en su blog (https://heroismoagonizante101.wordpress.com). José Arcadio Carbajal (su nombre me hace pensar en el personaje de Gabriel García Márquez) fue quien propuso el tema: “El Pueblo Feliz”. Cuando proporcionó la directriz sobre el tópico, en parte, lo hizo como una crítica hacia las campañas que los actuales candidatos a la presidencia, donde sus discursos se basan en propuestas macro-económicas, la política exterior y la integración de gabinete, entre otros temas, pero buscando la respuesta a una pregunta “¿cuál de los competidores será capaz de brindarnos felicidad?”
Al ser el primero en escribir sobre ese tema supe a qué me quería referir en esta columna. Lo siento pero en mi columna – al igual que en el proceso electoral – no figura Gabriel Quadri, candidato por el partido Nueva Alianza.
Quiero empezar con este cuento:
Imagine usted un pueblo muy pequeño, donde vive una señora vieja con sus dos hijos, un varón de 17 y una muchachita de 14 años. Una mañana, al servir el desayuno tiene una expresión de preocupación. Los hijos lo notan y preguntan qué le pasa; ella responde: “No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo”. Ambos se ríen de la madre. Comentan que esos son presentimientos de vieja, cosas que pasan.
El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice: “Te apuesto un peso a que no la haces”. Todos en el lugar ríen. Él se ríe, pensando “no puedo fallar”. Tira la carambola y no la logra. Paga su peso y todos le preguntan el motivo de su fallo, ya que era una carambola sencilla. El perdedor contesta, “es cierto, era un tiro fácil, pero me ha quedado la preocupación de lo que dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo”.
Todos se ríen de él, y aquél que ganó su peso regresa a su casa, donde se encuentra con una pariente. Feliz con su ganancia, dice: “Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto”. La mujer le pregunta, “¿Y por qué es un tonto? El muchacho cuenta cómo no pudo hacer una carambola sencillísima porque tenía en la mente que su madre amaneció con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo. La mujer dice, seria, “no te burles de los presentimientos de los viejos, porque a veces las cosas pasan”. Y sale de la casa, rumbo al mercado, a comprar carne.
En la tienda, le dice al carnicero, “véndame una libra de carne”; pero cuando se la están cortando, agrega “mejor véndame dos. Andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado”.
El hombre despacha la carne y cuando llega el siguiente cliente a comprar una libra de carne, le dice, “Sería conveniente que lleve dos. Ha llegado la gente diciendo que algo muy grave va a pasar. Se están preparando y comprando cosas”. El cliente responde alarmado, “tengo varios hijos, véndame cuatro libras”. De esta manera, el carnicero en media hora agota la carne, mata otra vaca, se vuelve a vender completa y se va esparciendo el rumor de que algo grave pasará.
Todos en el pueblo esperan que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto, a las dos de la tarde, con el clima normal. Alguien pregunta, “¿se dan cuenta del calor que hace?” – “¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!”, contesta otro. -“Pero, a esta hora, nunca había hecho tanto calor”. -“A las dos de la tarde es cuando se siente más el calor”. –“Sí, pero no tanto como ahora”.
El pueblo desierto; la plaza desierta; y de pronto, sobre el zócalo desciende un pajarito. Se corre la voz. “Hay un pajarito en la plaza”. Viene todo el mundo, espantado, a observar al ave.
Un prudente dice, “señores, siempre ha habido pájaros que bajan”. –“Sí, pero nunca a esta hora”, responde alguien.
Entrada la tarde, llega un momento en que la tensión es tanta para los habitantes que todos están desesperados por irse, pero nadie tiene el valor de hacerlo. “Yo soy valiente”, grita uno, “me voy”. Recoge sus muebles, reúne hijos y animales, los mete en una carreta y atraviesa en ella la calle central. El pueblo entero observa. Otro de los habitantes dice en voz alta, “si éste se atreve, nosotros también nos vamos”. Y comienzan a desmantelar, literalmente, el pueblo. Cosas, animales, todo. Uno de los que empacan dice, “No venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa”, y entonces la incendia, provocando que otros prendan fuego también a sus casas.
Se crea un tremendo y verdadero pánico, como de un éxodo de guerra. En medio de todos va una señora clamando: “¿Lo ven? Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca”.
Creer que la felicidad depende de lo que un tercero diga, haga o crea, es tan riesgoso como escuchar y dar fuerza a un rumor; pensar que necesitas que algo o alguien te indique la manera y el tiempo para ser feliz, es crear una dependencia, negar tu capacidad de decisión; es poner en manos de alguien, o algo, tu libre albedrío y ceder esa libertad.
La buena noticia, Arcadio, es que no existe candidato, político, gobernador, presidente, sacerdote, padre, madre, hermano, hermana, casa, auto, trabajo o dinero que pueda generar felicidad. No requieres de nada ni nadie para ser feliz. Esa capacidad está en ti; la suficiencia para ser feliz, cuando quieras, como quieras, con quien quieras, por un minuto, dos horas, tres días, cuatro meses, cinco años.
Tienes todo lo que necesitas para serlo, te tienes a ti, no hace falta más, no busques afuera lo que encontrarás en tu interior, y lo sabes, aunque finjas no saberlo, búscalo, encuéntralo, explótalo y deja que los candidatos sigan con esas patrañas electoreras, no esperes que gane uno de ellos para ser feliz, empieza hoy que como dijo Gandhi -todos los lugares son “aquí” y cualquier momento es “ahora”-.
Buen miércoles.
La felicidad no depende de algún actor o factor externo. Uno decide qué es aquello que lo hace feliz. Gracias, Sergio, por la historia. Y por el mensaje.
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Gracias por recordarnos la relatividad de la vida y lo que verdaderamente debe importar..un hábito retador pero no imposible..saludos Monroy!
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Kaia, el tema con los hábitos es crearlos, eso es lo que complica, pero una vez adquiridos se pueden quedar.
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-todos los lugares son “aquí” y cualquier momento es “ahora”-. GENIAL, De verdad me pudo mover mucho. Gracias!!!!!!!!
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Que bueno que te gustó Fabiola, quedo a tus ordenes.
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Los seres humanos somos complejos por naturaleza. Queremos ser felices sin hacernos responsables de lo que tenemos que hacer para lograr éste estado de ánimo. Culpamos a otros de que las cosas no nos van bien.
El dejar en manos de otros nuestro estado de felicidad -aunque suene paradójico- es querer permanecer en una zona de confort, en donde soy infeliz porque el de enfrente no hace. ¡Claro! siempre será mas cómodo culpar que asumir.
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Marthita gracias por opinarme y sobre todo por tu constancia.
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Basándome en la cita de Nathaniel Hawthorne les digo: La felicidad no es un lugar a donde ir, sino una forma de andar… Siempre la tenemos a nuestro alcance, -y como diría mi padre- todo es cuestión de enfoque. Excelente día y gracias por la linda historia Sergio.
http://about.me/deni.vazquez
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Es cierto, creo q la mayoria lo sabemos, la verdadera felicidad depende de nosotros mismos, sin embargo no todos lo aplicamos.
Gracias por recordarnos q en cualquier lugar podemos ser feliz y q cualquier momento es bueno para sentir esa felicidad.
Excelente columna!!!
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