Archivo mensual: marzo 2012

La retórica de lo trivial VIII.

Por Rogelio Rivera Melo. 

Esos novatos rebeldes… 

¿Recuerda usted cuando comenzó a trabajar? ¿Su primer trabajo? ¿Qué cambios se han dado en su pensamiento, en su físico, en su persona? Hace 15 años yo tenía cabello abundante (¡hay fotos que lo demuestran, incrédulos!), pesaba 75 kilos de puro músculo y creía que era capaz de hacerlo todo.

¿Recuerda usted a las personas que le dirigían en ese entonces? ¿Les respetaba por su edad y conocimientos? Mi primer jefe actuó como mi mentor y mucho de lo que hoy soy, laboralmente hablando, se lo debo a él. Obviamente, he ido aprendiendo de las personas con experiencia con las que he trabajado. Tuve jefes buenos, malos y algunos que es mejor olvidar que los tuve.

Una de las desventajas de trabajar donde trabajo es que uno siempre es consciente de su edad. Cada año se incorporan cinco o seis jóvenes – hombres y mujeres – recién graduados de la Academia. Muchachos ansiosos, llenos de energía y ansiosos por ingresar al mundo laboral. Y además están aquellos que llevan años dirigiendo. Personas con experiencia y muchas “horas de vuelo” en el negocio.

El shock llega cuando, en las reuniones, al mirar alrededor, uno se da cuenta que ya no es el más joven en la sala. Por supuesto, yo aún me siento como el joven que llegó hace 15 años, pero dentro de mí, comprendo – racionalizo – la diferencia que hay en mí.

Hoy soy jefe. Y pienso que en nuestro país tenemos un método perverso de enseñar a las personas cuando son jóvenes. Les enseñamos a ser obedientes (por favor, no me malinterprete; creo que debemos ser enfáticos en la transmisión de obediencia y buenos modales a nuestros jóvenes). Pero no les enseñamos a ser pensadores críticos. Ni a pensar por sí mismos. Y cuando lo hacen los etiquetamos con adjetivos como “rebeldes” y “problemáticos”, entre otros. Así ha sido siempre. Pero eso no significa que esté bien. (Y sí, puede llamarme «reaccionario», ya lo sabe.)

Actualmente los muchachos y muchachas están mejor educados en cosas que nosotros (“los de mi generación” – sé que mi madre tiene un ataque de risa en este momento) ni conocimos cuando éramos jóvenes. Tienen la capacidad de absorber los conocimientos tecnológicos – algo en lo que nosotros fuimos buenos, pero en donde ellos resultan mejores. Y creo que lo que más me gusta de ellos es que no son tan pacientes como nosotros. Algo que me emociona – en secreto, claro – es ver cuando alguien “de los nuevos” lanza la pregunta «¿y por qué se hace así?» En ese momento me gustaría entrar en su mente y ver qué es lo que están pensando. ¿Y si ellos, en su juventud e inocencia, logran encontrar una mejor manera de hacer las cosas? Lo menos que podemos hacer es darles crédito y dejarlos expresar sus ideas.

Así es como se logra el progreso. Y hoy, nos toca a nosotros ser el detonador – o el inhibidor – del cambio. También a mi me emocionaba, cuando era “el nuevo”, que me preguntaran ¿y tú… qué piensas?

Demos oportunidad a “los novatos”. Bueno, bueno… a los bebés en el negocio, porque nosotros somos “los jóvenes”. Aunque ya no tenga “tanto” cabello y tenga que usar el saco más amplio para esconder esos dos o tres kilos de más o diez kilos de más.

Pero eso sí… ya no creo que puedo lograrlo todo. Ahora lo sé.

Veremos.