El día de ayer, en la ciudad de Aguascalientes, en el centro de mi México, murió el Fernando Javier Paredes Milonás. Escritor y bibliotecario. Tenía 34 años. Pienso que la mejor manera de honrarlo es con una pequeñísima muestra de su obra. De alguien que vivió entre libros, para la Humanidad. Descansa ya, colega.
A quien le importara saberlo.
Por Fernando Paredes M. (1978-2012)
No me llamo como me dicen,
Ni tampoco soy lo que escribo,
Ni mucho menos ando atropellando monjitas hediondas
Bajo el sol veraniego.
Al contrario,
Les chiflo.
Soy tan aburrido como un rosario,
Tan simple como el hidrógeno,
Obvio como un bikini,
Borrachito cansado
De levantarse con resaca
Y no tener en las manos
Otra cosa que dedos.
Haragán, eso sí.
Desengañado, por supuesto.
Cofrade de alacranes idealistas
Guardándose el veneno.
Pero, la verdad,
Tampoco estoy ahí.
El más íntimo de mis yoes
Prefiere las costumbres del hogar,
Los días sin gente
Y los clásicos de la Pantera Rosa.
Prefiere no tener nada que decir
Antes de abrir la boca.
La imaginación se pone en huelga
Y tengo que dar vueltas sobre lo mismo
Cada vez que me siento
A ver qué ocurre.
Y no ocurre nada.
Me gustan las películas,
Pero no voy al cine.
Me gusta la música,
Pero nunca me paro en un concierto.
Me gusta la pintura,
Pero pregúntenme cuándo fue la última vez que entré a un museo.
Me gustan los tacos al pastor,
Pero nunca traigo dinero.
Amo al dinero porque no lo tengo.
Y hay palabras con las que tengo citas pospuestas una y otra vez.
“Fe”, es la que más insiste en marcar mi número de cerebro.
No sé,
Algún día atenderé su llamada.
Creo.
No creo en nada
Y ya no me está gustando
Eso de ser nomás esto que nunca soy,
De no ir con ese que traigo dentro,
Que voltea a los planetas y exclama:
¡Puta madre!, qué culero ser tan pequeño.
¿Dios?
Me parece tan inútil negarlo como afirmarlo.
Dios, para mí, es eso:
Todo lo que ignoramos.
Yo crecí con Dios,
Comí con Dios,
Dios me daba las buenas noches
Y regaba las plantas del jardín.
Por aquí sigue.
Es sólo que ya no le hago caso.
No sé conducir
Y viajo todos los días
Sentado tras la ventana.
No sé mentir
Y engaño sin cesar
A quien me pregunta:
¿Qué haces con la vida?
Me río y pienso:
Nada se hace con la vida.
La vida nos deshace.
Preferiría no pensar
Y ser un buen marido.