Jamás había vivido en una calle con tantos árboles, aves e insectos.

Cambié de código postal. Y pasamos del asfalto a la selva.
Ya no despierto por las mañanas con los gritos de desesperación del vecino, ni con el ruido estridente de los autos.
Ahora me levanta el alboroto de unos pájaros amarillos que reclaman su territorio en el árbol que está frente a mi ventana.
Cambié las congestiones viales citadinas por el aparente vacío de un patio enorme.
Ahora la única fila que me interesa seguir es la de las hormigas negras que atraviesan nuestro jardín.
Jamás había vivido en una calle con tantos árboles.
Hoy soy feliz.
No es que no lo haya sido antes, pero la hoy es una clase diferente de felicidad.
Una con aves, árboles e insectos.
Veremos.
* * *
Texto: Rogelio Rivera Melo
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