
La Senadora Guevara en conferencia de prensa.
Acabo de ver la conferencia de prensa que dio Ana Gabriela Guevara sobre la brutal agresión física que sufrió el fin de semana. Celebro que, dentro de los márgenes de la situación, esté bien. Pudo haber sido mucho peor. Pero me quedo con tres cosas muy interesantes que ella menciona.
- Cómo senadora de la República, puede contar con escoltas y chófer, pero no lo hace por decisión propia. Antes que funcionaria pública, «soy mexicana» como todos.
- La mención que hace a la cuestión de la violencia de género y que la violencia en México actúa en contra de todos.
- La exclusión de la violencia como solución a los problemas de seguridad.
Analizando esas tres declaraciones de Ana Gabriela, puedo escribir que esa generalización del «a todos nos puede pasar» es el cáncer que vive México en la actualidad. Se deben tomar medidas para asegurar que «no le pase a nadie«. Medidas que van más allá de traer o no escolta, de un puesto de policía cercano o de si uno es hombre, mujer, transexual, homosexual, lesbiana o aquello que uno decida ser. La «resolución sin violencia» a la que Ana Gabriela aspira está demasiado lejana – o demasiado cercana – según la óptica con que se aprecie. Pero no es cuestión de los buenos deseos o las malas decisiones que se tomen al calor de un momento como el que ella vivió, es cuestión de crear acuerdos, de hacer leyes y reforzar las condiciones de seguridad en nuestro país.
Lo sucedido a Guevara Espinoza es un indicativo más de algo que todos en el país ya sabemos. Todos los que hemos sido víctima del delito, los familiares de los desaparecidos, los soldados que deben luchar con una mano amarrada a la espalda contra narcos defendidos por los mejores abogados del país, las mujeres asesinadas en todo el territorio nacional, los buenos ciudadanos que tienen que pagar cuota por trabajar, los que tienen que defenderse solos contra cuatro agresores cobardes.
Me apena mucho lo que le sucedió a la senadora Guevara, de verdad. Porque aún siendo una de las mujeres más exitosas en su trayectoria profesional, una que dio gloria al país y que como senadora se ha mantenido en la lucha por mejorar las condiciones de vida de los mexicanos, no pudo evitar convertirse en una estadística más.
Dicen que sólo a golpes – figurativos o no -aprende la gente. Hoy, le pregunto a la Senadora ¿qué vamos a hacer? Usted está en el lugar ideal para destapar y ventilar lo que miles de mujeres viven a diario en el Estado de México, lo que millones de mexicanos sentimos cada vez que nos subimos al camino sin escolta ni chófer, lo que millones de niños y niñas sufren cada vez que desean un rato de esparcimiento durante el fin de semana. Lo que usted vivió lo hemos vivido tantos y tantos mexicanos, por ser gente que nació aquí, tenemos que sufrir. Usted dirá, Senadora.
Piense que millones de mexicanos y mexicanas la apoyamos. Usted puede crear las mociones necesarias para asegurar que lo que le sucedió a usted, no vuelva a pasar. Es cuestión de ponernos de acuerdo. No quiero que las cicatrices que hoy nos mostró sean tan solo algo que le recuerde lo que vivió.
Créame cuando le digo que va a superarlo, como persona. Usted es una atleta y una mexicana fuerte. No se deje vencer por lo sucedido. Por más difícil que parezca, logrará sobreponerse. Pero piénselo, Ana Gabriela. Yo he estado ahí justo en donde usted ha estado. Pero no tengo el poder que hoy tiene usted. Es usted una legisladora en el Senado. Y yo, ciudadano de a pie, normal, sin más que mi voluntad, la apoyo.
Diga usted, ¿qué vamos a hacer?
Veremos.