Por Rogelio Rivera Melo.
El ritmo de la vida moderna es vertiginoso. Esa rapidez nos absorbe y hace que debamos adentrarnos en una danza eufórica y sin sentido. Bailar así es extenuante. Bailar así es agotador. Y aunque es un baile lleno de emoción y éxtasis, a todos nos llega un momento en el que podemos desacelerar.
Un baile lento.
A veces es necesario que disminuya la velocidad del compás, aunque sea dentro de nuestra cabeza. En ocasiones es recomendable que nos detengamos un momento y disfrutemos de un baile lento con lo que amamos, con quien amamos, con nosotros mismos.
La vida tiene un ritmo propio. El compás del baile lo ponemos nosotros.
_______________
Este texto fue escrito en el marco del reto de Escritura Creativa del Reto del Mes: Septiembre.
Yo también soy el que soy. 
Heroísmo Agonizante 101 (Sólo para principiantes) 