Por Rogelio Rivera Melo.
A mi abuelita se la llevó el mar. El mar que me adormece en su letárgico vaivén o que me remonta en la cresta violenta de sus olas.
A mi abuelita se la llevó el océano. El mismo que hoy acaricia mi piel y que un día ha de arrastrarme a sus profundidades.
Nunca le tuve miedo al mar. Hoy tampoco. Aunque se haya llevado a mi abuelita.
Para MMJSH
Junio, 2016.
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