Con pelos y señales. Por Rocío Sánchez.
El condón femenino es uno de los métodos anticonceptivos menos empleados. Pero quizá solo sea por la falta de conocimiento, ya que ha demostrado ser una de las formas de planificación familiar más versátiles. ¿Tú ya lo conoces?
Protección extra.
No ha sido una relación fácil esa entre el condón y los habitantes del planeta. Odiado por unos, alabado por otros, no puede negarse que es parte crucial de la vida actual y que es útil para preservar el buen estado de salud (física y mental, por qué no).
Inmerso en esta relación de amor-odio, en un rincón desde el que pocas veces se asoma, se encuentra el condón femenino: el patito feo de los condones, que ya es mucho decir. Su aspecto extraño, un tanto aparatoso, sumado a su alto precio comparado con el masculino, lo han hecho tristemente impopular.
Lleva ya dos décadas intentando posicionarse a la par de su homólogo. No lo ha conseguido ni siquiera con las grandes ventajas que aporta. ¿Cuáles? Es más resistente; al estar hecho de poliuretano o, más recientemente, de nitrilo, no provoca alergias; protege una superficie mayor que el condón masculino, pues cubre los labios vaginales y el clítoris (y evita el contacto de esta piel con una parte del escroto masculino), además de que puede colocarse hasta ocho horas (sí, ocho horas) antes de la relación sexual, entre otras varias bondades.
Con esta última característica, aporta un grado inusitado de autonomía a la mujer que lo usa, pues puede salir de su casa hacia la fiesta o la cita estando perfectamente preparada para lo que venga. Es más, no necesitaría ni negociar con el galán si se usará o no protección. “Fíjate que ya viene integrado, ¿le entras o no?”.
Si nunca le has dado una oportunidad al condón femenino, puedes hacerlo aunque sea como experimento, como ejercicio. Porque, eso sí, requiere cierta práctica para colocarse correctamente y que funcione a la perfección, otorgando su 95% de protección contra infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados.
Se trata de una especie de bolsa de unos 16 centímetros de largo por 5.5 de ancho. Tiene dos aros plásticos, uno más pequeño que va al fondo de la bolsa y el otro, más grande, en el extremo abierto, el cual queda por fuera de la vagina. Para colocarlo (esta es la parte que necesita cierta habilidad) se debe tomar el anillo interior y presionarlo por el medio para formar un “8” y así facilitar su inserción. De esta forma se introduce y se va empujando hacia dentro. Para finalizar la colocación hay que meter uno o dos dedos en el condón y terminar de empujarlo hasta el fondo, asegurándose de que se acomode en el espacio que hay alrededor del cérvix. Para esta operación la mujer puede situarse de diversas formas: de pie con una pierna apoyada en alto, acostada o sentada en cuclillas. Es decir, las posiciones que adoptaría para ponerse un tampón.
¡Listo! Puede iniciarse el contacto sexual en cualquier instante. Al entrar a la acción, es importante que el aro grande quede afuera y se debe asegurar que el galán no se desvíe y que penetre dentro del condón, no entre el condón y la pared vaginal.
Otras de las ventajas de este preservativo es que puede usarse aun cuando el pene no está erecto, además de que los materiales de los que está hecho transmiten mejor el calor corporal, es más resistente que los condones de látex y no es necesario que se retire inmediatamente después de la eyaculación. Y de la misma forma que el condón masculino, es útil para el sexo anal. En todos los casos es recomendable utilizar una cantidad extra de lubricante (aunque el producto ya viene lubricado) a base de agua.
Incluso, en situaciones de extrema necesidad, puede lavarse y utilizarse más de una vez.
Mira que tantas bondades y ser tan menospreciado. Claro que, como todo, tiene sus desventajas. En este caso, la primera es su alto precio, pues un solo preservativo cuesta más que una caja con tres condones de cualquier marca comercial. Otro inconveniente que se ha reportado es el ruido que hace –parecido a frotar una bolsa de plástico–, aunque éste parece haber disminuido con el material más reciente, el nitrilo, empleado desde 2007.
No podemos descartarlo a priori. Creo que hay que darle una oportunidad. Después de todo, probablemente lo más importante del condón femenino es que permite a las mujeres tomar las riendas de su propia salud para así no tener que depender de la otra persona. No se trata de desconfianza, sino de que nosotras tomemos en nuestras manos la posibilidad de cuidarnos.
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