— “¿Rivera Melo?” — “No vino”.

La Retórica de lo Trivial XXVIII. Por Rogelio Rivera Melo

ASISTENCIA

— “¿Rivera Melo?” — “No vino”.

Hoy, 15 de mayo, debería escribir sobre los maestros, ¿no es cierto? Pues no. Hoy aflora el “rebelde” que hay en mí  – ya sé, no hay mucho espacio para la rebeldía en este mundo – y por tanto NO escribiré sobre los maestros. Confío que todos felicitarán, se pondrán cursis y dirán cosas bonitas sobre los docentes… Yo no. Cambiaré el enfoque.

Algo que quizá no sepan – nunca les he contado – es que, durante mis 15 años de experiencia profesional, he sido maestro al menos la mitad de ese tiempo. Me han llamado “Monitor”, “Instructor”, “Entrenador”, “Teacher”, “Docente”, “Adiestrador”, “Profesor”… y he impartido clases sobre una gran cantidad de cursos, temas y materias. En el trayecto de  mis actividades educativas siempre he sido consciente de la importancia que radica en “enseñar”.

Si nos ponemos en los zapatos de un maestro – pararse al frente de un grupo de personas para tratar de cambiar la manera en que tienen de ver el mundo – veremos que es una de las profesiones más fascinantes, de las que otorga más satisfacciones… pero también seamos sinceros…

Los alumnos… Esos seres que pueden ser odiados, amados, o ignorados (pregunten a un maestro cualquiera) y que forman parte  del binomio básico en la enseñanza… Creo que no todos podemos decir que hemos sido maestros – al menos de manera “oficial”. Pero la mayoría, en algún momento de nuestra vida, hemos sido alumnos. Aprendemos algo en algún momento de nuestra vida. Punto.

En cada grupo (educativo, por supuesto) siempre –invariablemente- hay una mezcla de personalidades que le dan personalidad propia. Están los motivados, los que cumplen, los que están ahí para aprender más de lo que se exige. También hay los que están por estar… los que necesitan el empuje extra para avanzar. Y esos “otros”… los que hacen que la educación sea un proceso de carácter. Por su personalidad, por sus antecedentes, por su mentalidad, los alumnos difíciles hacen que hasta el docente con más vocación se pregunte “¿qué hago aquí?…

Tengo que confesar que yo he sido de esos… de los difíciles. Cuando era joven llegué a retar a mis maestros. No era disciplinado en mis estudios. Dejaba todo para el final. En fin, era uno de esos alumnos que  – si yo fuera mi maestro – podría despertar antipatía…

Años – e instructores militares – después, aprendí que lo anterior no lleva a nada bueno. (Consejo gratis: Nunca rete a un militar. A nada). Pero, en lo general,  no he dejado de ser, en opinión propia, un alumno incómodo. Pregunto mucho. Tengo en gran estima el proceso autodidacta,  lo que en ocasiones provoca encarnizados duelos de opiniones. Las discusiones que entablo pueden llegar a ser apasionadas, incluso encendidas. La relación que he tenido con la mayoría de mis maestros se ha visto empañada por la poca paciencia. La de ellos, claro. Pero no me arrepiento.

Ahora, como maestro, me doy cuenta del valor que tienen los alumnos difíciles… con ellos he tenido que pulir mis técnicas de enseñanza – de convencimiento. Aprendí de ellos, tanto o más, como ellos de mí. Y aún cuando, en su momento, llegué a sentirme desesperado por las actitudes negativas de “oveja negra” o “manzana mala”, aprendí que son la motivación de muchos docentes. Así como los maestros “duros” son recordados por todos y los “blanditos” se olvidan al año siguiente, los alumnos difíciles se ganan el respeto, el cariño y el recuerdo, eterno.

Además, tengo que reconocer, soy el que soy por esos maestros que no se dieron por vencidos aún cuando tuve mil errores, pésimas aptitudes y peores actitudes. Comenzando por mi madre, maestra. Y la lista es demasiado larga como para plasmarla aquí.

Es una deuda que tengo con mis alumnos, esos, que en secreto, he llegado a aborrecer. ¿Cómo que no van a ser excelentes? Es un reto que no puedo descartar… Y ya lo dije antes, “Nunca retes a un militar”.

Así que, hoy día del Maestro, felicidades a todos los «alumnos» (buenos y malos) porque han sido unos excelentes maestros. Sin alumno no hay maestro.

Veremos.

Categorías: Reflexiones | 5 comentarios

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5 pensamientos en “— “¿Rivera Melo?” — “No vino”.

  1. Mariana Hernandez

    Hay buenos alumnos y buenos maestros. Así es.

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  2. Frando Zu

    Voy a citar a un maestro que tuve…
    El doctor Juan Andres Aspiazu Fabian
    http://www.inin.gob.mx/plantillas/investigacion.cfm?clave=5&campo=3408
    «En un salón de clases se vive la dictadura perfecta…
    el maestro es el dictador, y los alumnos son la clase oprimida»

    Y dentro de esa clase oprimida siempre hemos sido los mismos rebeldes…
    Mismos que poco a poco vamos haciendo historia y compartiendo nuestras radicales soluciones, propuestas o ideas…

    Un abrazo hermano, gracias por lo que he aprendido contigo y de tí, y espero también a lo largo de estos años juntos, haber aportado algo a tu historia…

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  3. sergio monroy

    Mi querido maestro, yo venero a la vida porque es la mejor maestra indiscutiblemente y no tiene favoritos, está ahí tan dura, tan cruda, tan injusto y a veces tan cruel y nada la detiene, nada la conmueve y siempre nos enseña.

    Seguro estoy que en esos alumnos rebeldes ves un reflejo de lo que fue Roy Rivera Melo y saberte maestro, docente, teacher o profesor, es devolverle a la sociedad lo que la vida te ha dado felicidades.

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    • Si, Sergio… «Ahí todo es cuadrado», me dijeron un día, cuando entré al ejército… «no dejes que cuadren tu cabeza». Es la enseñanza más grande que me han dado en la vida… Y a diario trato que eso no suceda.

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  4. Rosa María

    Que gusto me da LEERTE y te diria » Como han Pasado Los Años» de cuando eras ese alumno retador y lo que resulto de todo ese esfuerzo tkm

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