Este virus nos ha sumergido en un torbellino de sentimientos que se nos dificulta expresar. Pero es vital que encontremos una manera de hacerlo.

El “Reto de 30 días” para este abril trata sobre toda esta situación mundial relacionada con el nuevo virus. Tengo que escribir algo que haya aprendido cada día de mi vida en aislamiento para evitar la propagación del contagio.
5 de abril – Hoy, en casa, estuvimos hablando sobre el modo en que toda la información que circula está afectando nuestra perspectiva y nuestra percepción del problema.
Supongo que hay quienes tienen el deseo de conocer y averiguar todos los datos y detalles sobre la situación. Y no tengo duda de que hay quienes tienen una mayor susceptibilidad a las noticias. Y también habrá quienes no tienen ninguna intención de mortificarse con lo que sucede allá afuera.
Pero comienzo a creer que la cobertura mediática de la pandemia nos está sumergiendo en un torbellino de emociones que se puede convertir en una epidemia – otra – de daños psicológicos.
En lo personal, tanta información – a menudo errónea o totalmente fuera de lugar – me ha llevado a una montaña rusa de sensaciones. Desde la negación hasta la más profunda preocupación y tristeza, pasando por el temor y la incertidumbre.
Durante estas semanas cada tos, cada estornudo, cada dolor de cabeza, sudoración excesiva o dolor de garganta me han hecho hacerme, en mente, la pregunta que todos nos hemos hecho en los últimos días.
Y el clima no ayuda. El aislamiento no lo hace más fácil. Y tampoco todas las personas que «de buena voluntad» comparten sus propias «investigaciones», «remedios» y «temores».
¿En qué momento se cruza la línea de la normalidad al exceso en el control de la temperatura corporal, el aseo de las cosas más triviales, el no querer salir – ni asomarse – a la calle?
Y veo en las redes sociales que no soy el único. Esto, de verdad, nos está afectando en nuestra psique.
Me queda claro que el primer paso para mantener un sistema inmunológico funcionando de manera correcta es mantener una buena salud mental. Y es ahí cuando me vuelvo a conectar conmigo y recompongo mi tren mental para que no se descarrile.
Seguro que tú, lector, lectora, también has pasado por esto.
Tenía que escribirlo. Tenía que hablarlo con alguien. Y así lo hice.
En la plática que tuvimos quedó en claro que la incertidumbre y la crisis es general. No sólo nos está afectando a nosotros. Pero sobre todo, dejamos bien claro que la prioridad es mantener la salud de todos nuestros familiares y seres queridos – dentro de nuestras posibilidades. Al costo que sea necesario.
Estando sanos podremos sortear mejor la tormenta en la que ya estamos.
Y lo demás es lo de menos.
Mientras tanto, veremos.
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