Tarzan Kreeg-ah Bundolo

La Retórica de lo Trivial XCIX Por Rogelio Rivera Melo

 ¿Qué niño no jugó a trasladarse velozmente entre las copas de los árboles, al estilo de Tarzán? ¿Cuál fue la influencia que me dejó leer esa historieta cuando era niño?
 

TARZAN

Tarzan Kreeg-ah Bundolo

Es una de esas noches en las que no puedo dormir. En la televisión por cable anuncian «La leyenda de Greystoke». Escuchar el nombre desata mil recuerdos que brotan de mi mente. Entre ellos, a mi padre golpeándose el pecho como gorila mientras lanza un aullido salvaje y finaliza con un grito: «Tarzan Kreeg-ah Bundolo».

Tarzán, el niño criado por gorilas en las selvas del oeste de África. El hIjo de una familia noble que naufraga en las costas africanas que me lleva, balanceándome entre la fronda de los árboles, sujeto a las lianas que cuelgan en la espesura, hasta  depositarme en la casa de mis abuelos, los domingos por la mañana, cuando leíamos mi papá y yo las aventuras del muchachito feral en las historietas del periódico.

De ese modo, a los cuatro o cinco años, conocí al Tarmangani – «hombre blanco» – abandonado a su suerte en la jungla trópical. Leyendo en voz alta los domingos antes del desayuno, me enteré de las luchas entre los Waziri y los colonizadores europeos, del modo en el que Tarzán se comunica con los animales salvajes, la manera en que conoce a Jane Porter y de su vínculo fraternal con Chita.

Hoy, la trama creada por el escritor estadounidense Edgar Rice Burroughs podrá parecer a algunos una historia llena de racismo, machismo, sexismo y de un colonialismo capitalista. Digo, es la  leyenda de un niño blanco inglés, que demuestra su supremacía entre los africanos nativos, mientras inventa su propio lenguaje con los animales salvajes, y que al madurar se vuelve un importante factor para el ingreso de los europeos en el continente negro.

Pero Tarzán también demuestra su amistad a los Waziri, que incluso le llaman Bwana – «Señor», en swahili – luchando con ellos para mantener su cultura e idiosincracia. Tarzán no caza animales por placer, sino que mata solo  lo que va a consumir, algo que los europeos no hacían (ni hacen – al menos los europeos nobles). Tarzán luchaba por el amor de Jane, a la que le mostró la manera de vivir en la selva – enseñándole a hacerlo en armonía con un mundo hostil, negándose a regresar a la Europa «avanzada».

Rudyard Kipling, escritor de «El Libro de la Selva» – que también cuenta la historia de un niño abandonado en la jungla y criado por animales – decía que Burroughs había escrito Tarzán solo para ver qué tan lejos podía llegar con una obra tan mala. Pero el personaje del Tarmangani ha sido – a través de los años, de los cientos de páginas leídas y de las más de 80 películas – un modelo a seguir para miles de niños.

En una época en la que las historietas, los libros o las películas de Tarzán ya son cosa del pasado, me pregunto cuál fue la influencia que tuvo en mi ese acercamiento temprano con la historia del descendiente del lord Greystoke.

Cuando mi padre gritaba «¡Tarzán Kreeg-ah Bundolo!» mientras leíamos los domingos, me enseñaba que, a veces, para ser un ser humano «normal», es necesario volverse un ser humano salvaje. Y esa lección no la debemos olvidar. Nunca.

Veremos.

Categorías: Reflexiones | 5 comentarios

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5 pensamientos en “Tarzan Kreeg-ah Bundolo

  1. Salvador G

    Y no solo la historieta de los domingos, sino también la adaptación de los años 6o´s para televisión en technicolor, donde vemos a un Tarzan que se encuentra entre tres mundos, el salvaje, el de las tribus africanas y el mundo moderno, de tal forma que podiamos verlo colgando de las lianas, o viajando en JEEP.

    Pero algo que ninguno de los niños qie jugamaos algunas veces a Tarzan, fue su peculiar grito.

    (Algunas vez les toco ser Shetta cuando jugabamos a Tarzan?)

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  2. Omar

    Bien, pero me sigo quedando con el libro de la selva está más divertido.

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  3. Reblogged this on @eudoxa and commented:
    La literatura de ficción muchas veces resulta un canal muy efectivo para dejarnos lecciones importantes para la vida. Aquí un buen ejemplo.

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  4. Marina Dolores Garcia Solorzano

    jajajaja yo cuando era niña, me defendia de mi hermano que me antecedia(eramos 7 hermanos, y yo era la mas pequeña) diciendole… kriga, bundolo mato!… y creame, llegó a temerme… jajaja eso era en los mediados de los cincuentas… ahhh lindos recuerdos !

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  5. Hugo

    kriga bu doló yo mato mi grito de guerra de la niñez y has bien entrada la adolescencia

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