
Rompiente (Foto por RRM)
El reto de noviembre es “30 días sin redes sociales“. Un mes para mantenerse sin Twitter, Facebook y Instagram. No Linkedin. Esas son las redes que utilizo.
La situación del 6 de noviembre:
Despertar en lunes siempre es difícil. Pero hoy me sorprendieron con un «¡Arriba, arriba!» en mi whatsapp. ¡Yei! Sí se acuerdan de uno.
Debo ser sincero. Hay gente muy específica de las redes sociales a las que sí extraño. Y es raro porque a algunos no los conozco en persona, solamente en ese entorno que pareciera impersonal, pero que se ha tornado una parte de uno.
¿Se han dado cuenta de que hay diferentes personas en las redes sociales?
Hay quienes llenan su muro de «memes» o «fotos de páginas». Leer esos perfiles es como cuando vas a un museo lleno de cuadros «bonitos» y avanzas por los pasillos y de pronto ves un cuadro «bonito» pero que no te llama la atención más allá de mirarlo por un par de segundos y ¡pum! ya. Vamos a lo que sigue. Bueno, siendo sincero, a esos no los extraño – mucho.
A quienes añoro con fervor, es a esas personas que comparten cosas inteligentes: Artículos que me obliguen a pensar, reflexiones propias, aventuras, historias originales. Eso extraño.
Porque al leer lo que ponen en su muro, se establece un lazo de interés. Y siento cómo si los conociera.
Extraño a la maestra de matemáticas de Coahuila, que escribe fragmentos de los libros que lee. Extraño a la maestra de matemáticas del Politécnico y a su marido filósofo que me hacen comprender lo ignorante que soy en muchas cosas. Extraño a mi exalumna de inglés que ahora sale en la tele por sus méritos como psicóloga. Extraño al director de una revista que pugna por que las noticias que se publican sean veraces. Extraño al historiador que me lleva de la mano por las diferentes épocas del mundo, a la escritora de historias de terror, a la periodista especialista en salud sexual, al escritor exiliado en California y al poeta loco de Maneadero que me hace reír con sus maniáticas ocurrencias.
Extraño a la intérprete de español chileno que me hace destornillar de risa y a la diseñadora orfebre desastrosa; extraño a mi prima la de las fotos bonitas, al psicólogo lector que comparte todas sus lecturas conmigo, a la pequeña dueña de las mascotas enormes, extraño las lecciones del abogado y a la entrevistadora argentina que me mueve con sus textos. Y extraño a muchos más que no me vienen a la mente, sobre todo porque tengo muy mala memoria.
Sí, extraño a muchas personas que no conozco. Pero que, a través de los años, me han hecho crecer más que muchas a las que sí conozco. Y creo, que las redes sociales no son tan malas después de todo.
Pero lo que más añoro es escribir para todos los que me leen. De verdad, espero que mis textos sea tan buenos como ustedes se merecen.
El romper de una ola no puede explicar todo el océano. Un muro malo no son todas las redes.
Hoy, el sexto día del reto, ni siquiera pensé en las redes sociales. Pensé en ustedes – el elemento social de ellas. Y eso ya es ganancia.
Veremos.