Dentro del Palacio Nacional de México, está ubicada la sala que fuera sede de la primera Cámara de Diputados en el país.
Este lugar funcionó como recinto parlamentario de 1829 a 1872, año en que fue destruido por un incendio. En ese año, la sede de la cámara se mudó a la calle de Donceles, en el sector norte del primer cuadro de la capital mexicana.
Pero volviendo a la Cámara original, la de Palacio Nacional, si uno mira al cielorraso del salón, en el centro, sobre todo lo que está en el lugar, encima de los escaños y la tribuna, está ubicado un ojo que nos devuelve la mirada desde un triángulo equilátero.
Ese globo ocular representa la visión de Dios – desde la santa Trinidad – sobre cada una de las acciones que discutían los políticos en el salón.
Desconozco si alguna deidad tiene vista en la primera fila del pleno actual. Pero por la actuación y actividad de los senadores y diputados de nuestra nación me inclino a pensar que no.
O quizás sea que la coraza de cinismo de la política mexicana ha crecido en grosor. No lo sé.