Navidad… ¿Navidad?

La Retórica de lo Trivial CXXV Por Rogelio Rivera Melo

La época decembrina y toda su parafernalia me confunden. Me siento muy incómodo con todo el númerito que representa y todas las tradiciones falsas que la sociedad capitalista se ha encargado de inculcarnos. 

Veamos… Todo comenzó con el nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre de hace 2013 años. (Me remitiré al sentido ontológico de las fiestas decembrinas en México de acuerdo con la liturgia de la fe cristiana. Habrá quienes digan que ya había otras celebraciones, pero lo que aquí se celebra en diciembre está instituido por la iglesia católica – aunque les duela a los cristianos protestantes, los católicos tienen la primicia de la celebración navideña. Ellos la instauraron).

En México tenemos – como casi todo lo que implique una celebración – grandes y ricas tradiciones locales como los calendarios de adviento (una cuenta-atrás de los días que faltan para la llegada del dios nonato). Me encantan las posadas populares (todo un rito que representa las dificultades que tuvieron María y José, padres del Jesús para encontrar hotel en Belén), las pastorelas (obras teatrales sobre el nacimiento del divino muchachito en un pobre pesebre, mencionando todas las visicitudes del caso – compartir el lecho de alumbramiento con vacas y burros, los regalos que le llevan los pastorcillos al recién nacido y cómo una estrella guió a éstos hasta el punto secreto – había una sentencia de muerte en su contra), y las piñatas de siete picos (una metáfora de la lucha de la humanidad contra los siete pecados capitales y que si los vences habrá una recompensa). Además disfruto viendo los nacimientos (esas figuritas del portal de Belén – normalmente con un niñototote desproporcionado a los demás muñequitos) con su gris heno y su fragante musgo.

Todo eso me gusta y hasta ahí todo estaría bien. La navidad sería una bella (aunque algo extravagante) fiesta religiosa en la cual todos (los que creen en Jesús) deberían homenajearlo (a él) de acuerdo a sus creencias. 

Es sólo que algo pasó. En algún momento – durante estos 2013 años – la navidad se volvió un desgarriate. Cada vez son menos las tradiciones observadas y más los inventos creados para volver esta época una carrera consumista y vana. Eso de que enseñarle a los niños que si se portan bien todo el año les traerá regalo un viejo panzón que nunca se ha parado por la casa me suena a chantaje (o a amorío extramarital). Y el chantaje es una chingadera (perdón pero sí lo es).

Y ahora reesulta que ya casi no hay tradiciones… que ahora cada quien hace lo que quiere aprovechando las «fechas navideñas». Y no digo que la gente no pueda hacer lo que quiera, pero que no lo haga poniendo de pretexto la navidad. Eso de etiquetar vicios, prejuicios, dones o virtudes con una fecha en el calendario se me hace muy infantil. Pero algunos lo hallan bastante conveniente.

Y eso de la navidad por conveniencia es lo que me confunde.

Por favor, alguien explíqueme eso de poner tantos y tantos foquitos de colores alrededor de la casa. O TENER que regalar cosas a todos (¡si el cumpleaños original era de Jesusito y los regalos eran para él!). O las reuniones llenas de comida y bebida. Eso lo podríamos hacer todos los días de todos los meses del año.

Seamos sinceros… regalar botellas, reunirse para comer como puercos y beber como cosacos «en nombre de Jesús» está bien botana.

Pensar que es necesario que el calendario marque una fecha específica para «portarse bien» esperando una recompensa (¡que pensamiento más mercenario!), o para reunirse con la familia y comer pavo o preparar romeritos con mole es raro.  Imágine el gusto que les va a dar a los productores de guajolotes y hierbarajos cuando se consuman sus productos todo el año.

Una duda más… ¿Qué significa eso de que a los políticos les encante poner «pistas de hielo» y organizar «nevadas» artificiales en las plazas públicas – a costa del erario? ¿Es eso navideño? ¿Cómo y porqué? A mi me suena como un «que conozcan la nieve al fin que nosotros si podemos ir a esquiar a Aspen o a Tahoe o a los Alpes aunque no sea diciembre». Y eso no es celebración… es sarcasmo.

O el caso de los los villancicos… esos horripilantes cantos melosos alusivos a la época que cada año son interpretados por los artistas del momento y que cada año quedan igual de horribles. Misma canción, misma letra, diferente estilo, mismo bodrio. ¿Habrá quien compre un disco de «villancicos» cantados por… no sé… Justin Bieber o One Direction? (En mis tiempos eran NKOB o Magneto – grupos que SÍ sacaron discos navideños).

No, lectores, lectoras. Me niego a jugar ese juego. A adornar mi casa como si fuera ovni averiado en plena ciudad, o a gastar miles de pesos en regalos. O a tener que esperar a una fecha para darnos un abrazo apretadito. Habiendo tantos otros meses, tantos otros días, para hacerlo.

Y si, ya sé que muchos me compararán con el «no sé que cosa sea eso» llamado Grinch, del Dr. Spock, ese que «odiaba» la navidad. Pero yo no la odio. De verdad que no. Pero pienso que este mundo sería un lugar mejor – mucho mejor – si todos los días actuáramos como la gente piensa que se debe actuar en Navidad: siendo buenos con los demás.

Lo peor de todo es que tengo que esperar a diciembre para tener el dinero necesario para comprar lo que me gustaría regalar en, digamos, marzo o abril. ¡Maldita sociedad mercantilista!

¿Tú que piensas de todo esto? Me gustaría conocer tu opinión. Mientras, corro a buscar los regalos para todos los que no piensan como yo.

Veremos.