Archivo diario: 10/06/2013

ISTANBUL. Junio, 2013.

Heroísmo Agonizante 101 tiene la gran fortuna de contar con la amistad de una viajera mexicana que se encuentra, justo en estos momentos, en Istambul, Turquía. 
 
He aquí la crónica que Adriana Díaz nos envió en exclusiva. Gracias, Adriana.
 
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Estambul, Junio, 2013. POR Adriana Díaz.

Un experimento personal se ha convertido en una crónica social.

Son las 9 de la noche y puntualmente las ollas, los claxonazos y los canticos de protesta se escuchan allá afuera. Es el nuevo sonido de Estambul, ahora casi tan común como el llamado a la oración.

En lo que me esperaba de este experimento personal, es decir, venir a vivir un poco más de esta magnífica ciudad , nunca me esperé ser testigo de una protesta social, según me han dicho, sin precedentes. Todo empezó con la protección del parque Gezi, en Taksim, último parque público de la ciudad, en contra del proyecto para construir un nuevo mall. Estambul no necesita un nuevo centro comercial. Así lo hicieron saber los estambulinos. La represión policiaca contra los protestantes mediante gases pimienta y chorros de agua directo a los cuerpos de aquellos jóvenes incendiaron la sangre estambulina, y pronto, la sangre turca.

La primera noche, la del 2 de junio, cuando llegué, me trasladaron de Cihangir (un barrio bohemio muy cerca de Taksim) el lugar original en mi itinerario, por razones de “logística y seguridad”. Nadie sabia en ese momento que tanto iba a escalar el movimiento.

Al siguiente día, uno de mis amigos recién conocidos me invitó a cenar a su apartamento en Besiktas. Primero recorrimos otro hermoso parque, todo parecía pacífico, calmado, una tarde espectacular. De ahí nos dirigimos a su casa. Mientras la cena avanzaba, seguíamos pendientes de los acontecimientos a través de las redes sociales. De repente, el sonido tumultuario de las ollas; los canticos no se hicieron esperar. Me quedó claro que me iba a quedar ahí atrapada esa calurosa noche. No pude dormir bien por estar escuchando el barullo afuera, los golpes de olla, los gritos, los pasos de gente corriendo, el murmullo de los organizadores. Un vecino puso en su estéreo el himno turco y de ahí se fueron. Comencé a sentir una ligera picazón en mi garganta – según me dijeron, eran las filtraciones de los gases pimienta a través de las ventanas. Estabamos muy cerca de la avenida principal. Era obvio que ya me tocaba estar ahí. Mi amor por Estambul estaba siendo probado esa noche, en la cual Besiktas se convirtió , en zona de conflicto. Solo me quedaba esperar al siguiente día.

A la mañana siguiente, ya de retorno a mi apartamento, caminé por el boulevard principal y pude ver los cambios en la fisonomía de la ciudad. Vallas apiladas, el piso había desaparecido para formar parte de las barricadas, las consignas contra un gobierno fascista y represor grafiteadas por los pisos y sobre algunos anuncios de publicidad.

Aun así, finalmente mi anfitrión me movió a Cihangir. Cada noche escuchó el trasteo de los protestantes, que ahora se ha convertido en un evento tipo “festival cultural”. Mi anfitrión se queja sobre las cancelaciones recibidas a raíz de estos eventos. (Un porcentaje de casi 40% de los viajeros se “rajaron” por la situación actual). Las opiniones son variadas.

Yo he seguido la vida aquí. Salgo a pasear, inclusive a horas que ni soñaría en hacerlo en mi querido México. Estambul sigue siendo tan segura como la recuerdo. La policía se encuentra ahí, apostada en las principales avenidas, pero sin hacer ningún escarnio, salvo silbarles a las chicas que pasan, pero vamos, eso es en todos lados, y en Turquía, hay muchas mujeres bellas.

El presidente turco ha descalificado a los manifestantes, usando el término “capulcu” ,un apelativo despectivo que podríamos comparar con “rijoso”. Los turcos de varias ciudades lo han adoptado como un “nome de guerre” propio (entre serio y de broma) para hacerse notar. El término ya tiene traducciones a varios idiomas. Ser “capulcu” es la nueva salida por las noches, actividad a la cual como extranjera, mujer y sola, no me he animado. Definitivamente el picante me gusta en la comida, no en los ojos y nariz.

Solo fui hacía la ahora famosa zona de Taksim (en Istikal Caddesi – o Calle de la Independencia) por la noche, a beberme unas cervezas, en compañía de un activista turco, quien me ha pasado todos estos datos ahora. La noche corrío tranquila. Otro día, ya con luz diurna, acudí a tomarme las fotos de la turisteada.

Turquía ha luchado por su democracia y no será fácil que este gobierno moderadamente islámico progrese con sus ideales, ante una población avasalladoramente joven. Empezaron a sugerir que las mujeres deberían tener al menos 3 hijos para fomentar la natalidad; después los besos en las estaciones de sistema de transporte fueron prohibidos por la ley; y, por último, la venta de alcohol desde las 10 de la noche a las 6 de la mañana es algo ilegal. Lo del parque fue la gota que derramó el vaso. Turquía no va a volver atrás en su lucha. No puede.

Ahora, durante estos últimos 3 días, reina una calma extraña, pero se respira algo de tensión en el aire. Todos están expectantes, esperando la postura del presidente Erdogan . Algunas personas del gobierno han presentado disculpas públicas por la “violencia cometida contra los protestantes”, sin embargo, del dirigente de la nación nada se ha sabido, y la televisión turca transmite conciertos de música clásica y programas de top models, en lugar de lo que está pasando durante las noches en las calles, en el parque, en las otras ciudades.

Ahora, la plaza Taksim luce como una gran campaña de protesta. Se ha convertido en el nuevo hot-spot turístico, donde todos nosotros salimos a tomarnos fotos con las banderas, los camiones quemados y las barricadas formadas.

Si comprendiera un poco más de turco, les compartiría la infinidad de chistes que corren ahora por las redes sociales.

Ni en mis más locos sueños, hubiera pensado que me tocaría ver esto en vivo y a todo color. Así que mi experimento de vivir a la turca ha sido todo un éxito. Si durante el viaje pasado me había sentido muy bien celebrando con ellos su festejo del día nacional de la República, ahora tengo la oportunidad de vivir, entre los turcos, con ellos, este evento sin precedentes. Y hoy puedo gritar ¡VAMOS ESTAMBUL! ¡VAMOS TURQUIA! ¡A DEFENDER LA DEMOCRACIA!

(Tóquese aquí el Himno Turco, dénse golpes a las ollas y emítanse chiflidos de arriero, de paso).

Categorías: Activismo, Amigos, Crónica, Reflexiones, Viajes | Etiquetas: , , , , | 3 comentarios

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