«In orbe romano qui sunt ex constitutione imp. Antonini cives Romani effect sunt».
El Arco de Caracalla en Volubilis, Marruecos.
En el año 212, el emperador Marcus Aurelius Severus Antoninus Augustus – conocido en históricamente como «Caracalla»- emitió un decreto que cambió la estructura social de todo el imperio romano: la Constitutio Antoniniana de Civitate.
Actualmente sabemos de la existencia de este decreto ya que es mencionado en tres fuentes históricas: el libro XXII Ad edictum, escrito por el jurista Ulpiano en la época de la dinastía Severa; el papiro Giessen 40 I, editado en 1910, y considerado como la traducción al griego del edicto; y el libro LXXVII de la Historia Romana de Casius Dio, escrito durante el imperio bizantino.
El texto de Ulpiano es el más claro y elocuente en la intención del emperador: «In orbe romano qui sunt ex constitutione imp. Antonini cives Romani effect sunt«. «Todos los que están dentro del orbe romano, se hicieran ciudadanos romanos, por la constitución del emperador Antonino».
En Volubilis, Marruecos – fortaleza romana ubicada en la provincia Mauretania Tingitana – sus habitantes construyeron un Arco triunfal en honor a Caracalla, agradeciéndole por haberles otorgado la nacionalidad romana a todos los habitantes libres que vivieran dentro del vasto imperio.
La medida, considerada por los historiadores como una ley de carácter fiscal – ser ciudadano implica el deber de pagar impuestos – terminó por cimentar la unificación del «derecho romano» y la cohesión religiosa en todas las provincias controladas por los romanos, otorgando un sentido de pertenencia a los habitantes del imperio – al menos vinculándolos, de manera inevitable, a la Lex Romana.
La Constitutio Antoniniana es una lección histórica que bien podría aprovechar el señor presidente de los Estados (des) Unidos de América, Donald Trump. En vez de expulsar, alienar y criminalizar a aquellos extranjeros que viven sin documentos dentro de sus fronteras, bien se podría incluirlos dentro del marco jurídico, fiscal y cívico del país.
Pudiera ser que, quizá en lugar de odiarlo, hasta le construyan un Arco triunfal. En Phoenix o Chicago.
¿Será posible?
Veremos.
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Texto por Rogelio Rivera Melo.
Desde Volubilis, Marruecos.
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