La Retórica de lo Trivial LXXIX

Hoy es 28 de mayo de 2013.

Y les comparto, amigos, amigas, lectores amables, que esta fecha comenzaré una batalla de esas épicas – así tipo las de Escipión Africanus contra Annibal Barca… Hoy inicio mi batalla contra el sobrepeso. Y tal como el general romano… voy a ganar. Les cuento.

Mido 168 centímetros. No soy tan alto como mi padre, mi madre o mi hermana. Soy el más bajito de mi familia. Pero aunque me gustaría ser más alto, el problema aquí no es ese. Peso 83 kilogramos. Y ese númerito, amigos míos, es mi principal preocupación.

El Indice de Masa Corporal es un índice del peso de una persona en relacion con su altura. Dicen los que saben que es el método más práctico para evaluar el grado de riesgo asociado con la obesidad.  Dicho indicador se calcula según la expresión matemática:

donde la masa o peso se expresa en kilogramos y la estatura en metros. Para que usted conozca su unidad personal de medida del IMC debe ubicar su peso en kilogramos y dividirlo entre su estatura en metros al cuadrado. Dicho esto, mi índice de masa corporal se halla ubicado en los 29.41 Kg/m^2.

Cabe mencionar que este factor no hace distinción entre los componentes grasos y no grasos de la masa corporal total, o sea que uno puede retener muchos líquidos – o tener grandes paquetes musculares – en el cuerpo y por tanto el IMC será mayor.

¿Qué es lo que se lee con la cifra del IMC? Por debajo de los 20 Kg/m² se considera que la persona tiene cierta etapa de desnutrición. Entre 25 y 30 Kg/m² se observa un aumento de riesgo. Los pacientes con este peso son considerados con «sobre peso» o «exceso de peso». Entre 30 y 35 Kg/m² se considera «obesidad leve»; entre 35 y 40 Kg/m² se considera «obesidad moderada». Por encima de 40 Kg/m² se considera «obesidad mórbida».

El índice ideal, por tanto, se sitúa entre los 20 y 25 Kg/m².

Entonces me encuentro dentro de la categoría de «sobrepesado – casi obeso». Bueno, he ahí el problema.

Como en mi vida me han enseñado que quien ve un problema y no le encuentra una solución – práctica y viable – se convierte en parte de él, decidí ingresar a ese grupo – cada vez más pequeño en mi país – de persona con peso ideal. Ese «ideal» para mi quasi-obesa persona está en los 70 kilogramos.

La verdad es que me pongo muy de malas – ¿quién no? – cuando en el servicio médico de mi trabajo me dicen que tengo que bajar diez kilogramos de peso. Pero ya basta de ser el gordito bonachón. Hasta hace un par de años pesaba 90 kilos. Bajé de peso y me he quedado entre los 80 y los 85. Pero lo repito, ¡ya basta!

Fui con la nutrióloga de mi trabajo y me dio una dieta de 1500 calorías. Corazón y presión excelente. Autorización para ir ver al entrenador por una rutina de ejercicio. Fui con mi instructor de defensa personal – ese que dice que mi peso está bien para la cantidad de músculo que tengo y que los nutriólogos exageran – para pedirle apoyo en base a la dieta que me dieron. Y salió con un programa de entrenamiento de crossfit básico. Se ve mortal. Así, con todas sus letras M – O – R – T – A – L.

El objetivo es retirar toda la grasa corporal (unos cinco o seis kilos) y marcar los músculos.  En un par de meses. Eso implica dolor y sacrificio. Lo sé.

Iba a poner aquí una foto mía – sin camisa y en short. Para ir llevando un registro gráfico (la comparación semanal motivacional). Pero mejor la pongo cuando termine el programa. La típica del «antes y después».

Así que ahí les iré escribiendo qué tal me va. Ustedes disculpen si mi humor cambia un poco… será la falta de azúcares y carbohidratos (lloro por eso).  Pero se acabó el gordito simpático… Ahora seré un flaco cabrón.

Veremos.