La Retórica de lo Trivial XVII. Por Rogelio Rivera Melo P.
“La felicidad del pueblo en tiempo de elecciones”, o sobre cómo trocar espejitos deslumbrantes por los votos necesarios para ganar y conseguir la felicidad para ti y los tuyos.
Esta columna es parte de una serie sobre “La Felicidad del Pueblo”, cuyo tema central fue propuesto por José Arcadio Carbajal, en parte como una crítica hacia las campañas de los actuales candidatos a la Presidencia, pero buscando la respuesta a una pregunta “¿cuál de los competidores será capaz de brindarnos felicidad?”
No hay donde esconderse. Ni como sustraerse a este fenómeno. Papelitos, posters, anuncios espectaculares. Comerciales de televisión, anuncios en los cines, publicidad en la radio. En los postes de luz. Sobre el transporte público. Gorras, playeras, camisas, sombreros, muñecos de hule, bolsas de mano, llamadas telefónicas, y un sinnúmero de métodos nos hacen ver que éste es un año electoral. Si, señoras, señores , se elige al presidente del país. Pero usted ya lo había notado, ¿verdad?
“Yo Sí cumplo”, dice el chico guapo. Yo “Soy Diferente”, promete la, autodenominada, jefa; el experimentado afirma que “El Verdadero Cambio está por venir”; y el muchacho nuevo mantiene que “La nueva alianza es contigo”.
Y no dejamos de leer, ver, y escuchar estas frases… Son los gritos de guerra. Lemas con que los candidatos-aspirantes-suspirantes buscan “vender” a los votantes (nosotros) su producto (seis años de gobierno del ganador). A fin de cuentas, todas estas palabras contienen una premisa básica. La felicidad del pueblo, prometen.
“Si votas por mí, tú y tu familia serán felices”.
¿Cómo concebir la felicidad en un país democrático?
La felicidad, de acuerdo con las definiciones que presenta el diccionario de la Real Academia Española, es el estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien. O la satisfacción, gusto, contento. O el estado de grata satisfacción espiritual y física. O sea que, para que un humano sea feliz debe poseer bienes, sentirse satisfecho, a gusto y contento, espiritual y físicamente.
Ahora, seré crédulo – ingenuo – y confiaré en la capacidad de cada uno de los candidatos, si es que resulta electo, para proporcionar a la totalidad de los votantes los satisfactores necesarios para que sean felices: casa, bienes, comida, vestido, un trabajo bien remunerado, educación, esparcimiento deportivo, libertad de expresión y credo religioso, cultura, y todos los que me faltan. Pensemos que SI cumplirán con todas las promesas que nos han hecho en mítines, reuniones con militantes, entrevistas y artículos periodísticos.
Pero aún logrando lo anterior, ¿será el país un país feliz? ¿Realmente feliz?
Una democracia, por definición es el sistema político por medio del cual se materializa la voluntad de las mayorías. Para que exista una mayoría debe, por fuerza, haber una minoría – generalmente, opuesta al régimen.
Por ende, si los que votaron por el ganador, serán felices. ¿Qué pasará con los que votaron por el perdedor? ¿Serán infelices?
¿Y qué sucede cuando el 51% de los votantes eligieron al vencedor? Un porcentaje de 49% representa un elevado número de gente no feliz. La mitad del país. Un margen que da miedo. Eso pasó en 2006. El país se dividió entre los que votaron por el ganador y los que no. Polarización política que sumió al país en muchos problemas que pudieron haberse evitado.
Idealmente, las oportunidades, promesas, planes, proyectos y demás, debieran ser equitativos para la totalidad de los votantes, gane quien gane. Pero se dio el caso donde muchos rechazaron la mano que se tendió – con programas sociales, apoyos económicos y crecimiento sostenido- simplemente porque no es la de aquel por quien votamos. (Y no me critiquen por mi uso de palabras, por favor, que ahora hay un candidato que anda tendiendo la mano amorosamente).
No sé que suceda el 1/o de julio con estas elecciones. Pero pienso que, sea quien sea el ganador, los ciudadanos debemos asumir la responsabilidad cívica que la ley nos confiere.
Esa frasecita de “si no lo hiciere así, que la Nación me lo demande” toma un cariz bien distinto cuando la gente se une para reclamar sus derechos – y esa, damas y caballeros, es una obligación.
Si queremos un país feliz, debemos aceptar que la felicidad no está en manos de esa persona con la banda tricolor en el pecho, ni del contrincante perdedor. Ni del gobernador estatal, delegado, regidor o munícipe. Es más, ni siquiera del vecino que tenemos al lado. La felicidad y la grandeza de un país dependen de la unión de todos los habitantes por el bien común. Una verdadera democracia implica el trabajo de todos los ciudadanos. Sean del partido que sean. Ganen o pierdan y hayan votado por quien hayan votado. ¿O no?
Veremos.
Me encantaría ver sus comentarios en esta página. Me resulta muy difícil conjuntarlos en Facebook. Por favor, comenten aquí mismo. Es importante para mi saber lo que piensan. Gracias.
Yo también soy el que soy. 
Heroísmo Agonizante 101 (Sólo para principiantes) 
Tu columna y la de Sergio me han inspirado para que mi comentario pueda ser en una columna y no sólo en este espacio. ¿Podré enviartelo hoy por la noche?
Un abrazo, muy buen artículo.
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Claro, Arcadio. Será bienvenido. Envíalo a rkan75@hotmail.com.
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Es que..cuando se habla de utopías..y estando de acuerdo totalmente con lo que dices…qué comento?! (:
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Tus comentarios son importantes. Gracias por leernos.
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Que tema Roy. En otros países hay conciencia sobre la repercusión en el resto de la sociedad con un hecho o un acto aparentemente individual, como el robo de un sandwich por un chico en una primaria, ningún hecho es aislado. Ningún hecho es intrascendente a la nación. En otros países se toman acciones para formar ciudadanos buscando el bien máximo del país, no en el tiempo actual sino a futuro y a largo plazo. Desgraciadamente, aquí no. Nos han hecho creer que es normal. Que es un acto intrascendente. Una travesura. Sería tan diferente que entendiéramos que todo lo que hacemos repercute a gran escala. Como una pieza en la maquinaria de un reloj. Entonces le daríamos importancia a que ese robo de sandwich si no se castiga, formará un ciudadano que sabe que no tendrá repercusión de adulto cuando robe algo de más valor. Solo mencionando un ejemplo de robo. Obvio eso incluye cualquier acto incorrecto que se salve de castigo. Somos uno. Creo que hoy mas que nunca tiene un gran significado. Les regalo este libro en PDF. Un mundo feliz. De Aldous Huxley. Sobre el condicionamiento en las masas. A propósito del tema. http://es.scribd.com/doc/550253/Aldous-Huxley-Un-Mundo-Feliz-pdf
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Mariana. Gracias por tu comentario. Y gracias por el libro. Te mando un abrazo hasta Veracruz.
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Otro para tí Roy.
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Dos puntos.
1.- Arcadio que bueno que vas a escribir, espero que encuentres gusto al hacerlo, estoy seguro que si logras plasmar tu sentir, lo disfrutarás y lo harás bien.
2.- Respecto a la columna Roy, así es todas las campañas electoreras, se enfocan en lo que «yo, voy a hacer por ti», pero olvidan dos aspectos fundamentales, y si no cumplen ¿qué? no hay una sola propuesta que diga, regreso íntegro lo que les costé. y el segundo punto es que no hay una sóla propuesta real, es decir, dicen «acabaré con la corrupción» ¿por qué mejor no dicen? sancionaré la corrupción y los servidores públicos que la cometan serán procesados de manera inmediata. Porque para Secretarías de la Honestidad, estando Bejarano ahí, pues es una falacia. o para más estelas de luz o una campaña recorrida en avión pues creo que deben revolucionar la forma de hacer política.
Excelente columna
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Gracias, Sergio.
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Sergio, comparto tu comentario.
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Definir el concepto de felicidad es tarea ardua. Es sin lugar a dudas una de las definiciones más controvertidas y complicadas. El ser humano ha tendido siempre a perseguir la felicidad como una meta o un fin, como un estado de bienestar ideal y permanente al que llegar, sin embargo, para mi la felicidad se compone de pequeños momentos, de detalles vividos en el día a día, y quizá su principal característica sea la futilidad, su capacidad de aparecer y desaparecer de forma constante a lo largo de nuestras vidas.
Dónde buscar la felicidad? en acontecimientos externos y materiales o en nuestro interior, en nuestras propias disposiciones internas? Es difícil responder a este cuestionamiento, pero lo que me parece verdaderamente desafortunado es pensar en si seremos un país feliz o infeliz ganando la presidencia cualquiera de los candidatos de hoy día.
De manera personal me gustaría que ganara el candidato del partido con el cual comulgo, por supuesto me daría momentos de felicidad, pero tampoco es que con ese triunfo tenga asegurada la felicidad. Hago especial énfasis que para mi, la felicidad son momentos, la felicidad es efímera.
La felicidad está en las acciones que cada uno hagamos para procurarnos ese estado de alegría.
Lo que me hace feliz a mi, puedo no ser motivo de felicidad para el de enfrente. Así pues pensar un gobernante tenga en sus manos la felicidad del país al que representa es inadmisible.
la felicidad es interior, no exterior, es una condición interna de satisfacción y alegría, por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos.
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Pues si mi Roy como les he venido diciendo desde que comenzó todo este show, mientras no nos organicemos como sociedad y sigamos pensando únicamente en el beneficio personal sin importarnos las necesidades de los demás, no podremos avanzar, lo ideal como tu dices es demandar que el Gobierno trabaje, ya que son nuestros empleados y no somos su súbditos cómo ellos creen.
Así que, cuando quieran nos organizamos y armamos algo por nuestro país, yo estoy dispuesto.
Mientras tanto, seamos felices con lo que tenemos y no suframos por lo que no tenemos.
Saludos.
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Pues un tema difícil y controversial, por que si bien estoy de acuerdo q la felicidad emana de uno mismo, también creo que si el ambiente no es el adecuado, es difícil forjar las condiciones propicias para crear tu propia felicidad.
Desafortunadamente yo no le veo por donde, ninguno de los candidatos ha abierto la puerta a la realidad, todos hablan de hacer, pero el punto es como, en este mundo todos queremos hacer cosas, pero como las hacemos??? digo el amor es importante pero en cuestiones de política no sirve, nos iría mejor con osito cariñosito de presidente entonces!! tampoco me sirve el desprestigio de un partido hacia otro candidato por que dice el dicho: si es capaz de hablar mal de alguien contigo, también hablara mal de ti con alguien mas y aunque eso aplica para las personas, igual me habla de una falta de ética y me provoca desconfianza y por ultimo pues q te puedo decir, yo también tengo anécdotas de mi abuela, eso te dice quien soy y hacia donde voy???, como tu dices….veremos
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Exactamente, cumpliré con mi obligación ciudadana y…. la felicidad… mejor la sigo buscando dentro de mí, en mis logros personales y laborales, en mi familia y seres queridos; porque si al final de las cuentas pertenezco al porcentaje «ganador» creo que no llegará la felicidad y si sucediera lo contrario y perteneciera al porcentaje «perdedor»… tampoco… 😦
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