¿Alguna vez te has encontrado con un problema difícil de resolver? Intenta lanzarle un tiburón.

Tiburones para el pescado fresco.
Aparte del arroz, el elemento más importante de la dieta de los japoneses es el pescado. Vamos, son un pueblo que vive en miles de islas. Ellos saben de pescado. Y saben que lo mejor es consumirlo fresco.
Pero debido a la depredación y a la pesca masiva, de un tiempo para acá, las aguas que rodean el archipiélago japonés se están quedando sin peces.
La solución fue construir una flota pesquera de mar abierto con gran autonomía.
Pero hay una desventaja con trasladarse miles de millas náuticas para conseguir peces: el producto obtenido se tiene que congelar para resistir el viaje de vuelta a Japón.
Ahora, los japoneses no son fanáticos del pescado congelado. El sabor y la frescura se pierden debido al tiempo que pasa en el hielo. Ellos prefieren su pescado bien fresco
Tokyo, tenemos un problema.
Una solución a esta problemática fue que a las bodegas de los barcos pesqueros les fueron instaladas piscinas en las que se vertían los peces justo después de atraparlos.
En ellas, los animales podrían permanecer vivos durante el trayecto hasta que fueran sacrificados en las grandes factorías de la costa japonesa.
Sólo que surgió un nuevo inconveniente: Los peces que estaban dentro de los tanques no se movían. Si un pez deja de nadar por varios días, los músculos se atrofian, dándole un sabor desagradable a la carne.
Los japoneses, como en cualquier otro aspecto de su vida, son exigentes respecto a su pescado. Sobre todo si lo comen crudo.
La solución fue pragmática y sencilla, aunque supongo que tuvo que implementarse un panel de especialistas para llegar a ella: dentro del tanque de peces capturados también hay que incluir un tiburón. No debe ser uno grande y voraz. Con uno pequeño basta.
La función del escualo es mantener la tensión esencial – diría Thommas Kuhn – para que los peces no dejaran de moverse en la piscina, sus músculos no se atrofiaran y llegaran tan frescos a tierra como si los hubieran pescado en ese momento.
La moraleja de la historia – como la leí – es que uno siempre necesita mantenerse alerta para no perder la vitalidad.
Yo le doy otra lectura: esos japoneses, aparte de remilgosos para comer pescado, son unos genios para los aspectos logísticos.
Siempre hay una manera de solucionar el problema – cualquiera que éste sea. A veces lo único que hay que hacer es buscar afuera de la caja. O tirarse de cabeza dentro del tanque.
¿Qué problemas te agobian hoy? ¿A cuáles no puedes encontrar una solución? ¿Ya pensaste tirarles un tiburón dentro del tanque?
Yo ya tengo algunos problemas en mente. Luego les cuento.
Mientras tanto, veremos.
Texto: Rogelio Rivera Melo.
Foto: De la web.
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