La empatía es como sembrar en un campo ajeno. Uno no sabe nada del tema hasta que ha sembrado en un campo ajeno.
Este mes fue realmente difícil para mi. Traté de vivir aplicando la empatía con todas las personas con las que conviví. Pero el reto me superó en muchos aspectos.
Llegué a un punto en el que la gente no pudo comprender que estaba tratando de ser empático y eso causó muchos más problemas que si los hubiera ignorado desde un principio.
También me encontré con situaciones en las que definitivamente no quise empatizar. Así, de plano.
Hubo un par de episodios en los que perdí los estribos tratando de comprender los motivos por los que alguien actúa de un modo o de otro.
Realmente creo que el principio de la empatía es, antes que una moda de superación personal, un compromiso ético que uno debe aceptar como régimen de vida. Y eso, como cualquier compromiso, es una decisión que debe ser razonada y razonable.
Fue un mes difícil pero aprendí mucho. A observar mejor, a cuestionarme sobre mis reacciones y las reacciones de los otros: ¿Por qué actuamos como actuamos? ¿Qué nos lleva a ser unos perfectos imbéciles sociales y cómo podemos resolver esa carencia de empatía?
Para finalizar el mes de la empatía, agradezco a aquellos que me apoyaron durante este período. Ustedes saben quiénes son. Gracias a sus comentarios y consejos puedo decir que si no soy una persona más empática, al menos ya sé porqué.
La empatía es como sembrar en un campo ajeno. Uno no sabe nada del tema hasta que no ha sembrado en un campo ajeno.
Fin.
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Texto y fotografía por Rogelio Rivera Melo.