Vivir una aventura es peligroso para ti y los que te rodean.
Lo verdaderamente peligroso de vivir grandes aventuras es que cuando regresas de ellas te das cuenta de que ya no eres el mismo. Que lo que antes te era suficiente, ahora ya no lo es tanto.
Lo peligroso es que transforman tu esencia. Te hacen crecer.
Lo peligroso es que mientras la vivías, cambió tu mundo, cambió tu tiempo, cambió tu mirada y todo lo que ella toca.
Lo verdaderamente peligroso es que vivir una aventura es un evento revolucionario: crecimiento, se llama.