Ayer estuve en el Recinto de Homenaje a las Víctimas del Holocausto, en Washington DC.
Y estoy sorprendido por dos cosas:
1. Si uno utiliza el lenguaje retórico de Adolfo Hitler expuesto en el museo y le cambia "Alemania" por "America" (así sin acento), es una copia al carbón.
2. La cantidad de "americanos" (estadounidenses) que estaban visitando el museo con las infames gorras rojas de la campaña de Trump: "Make America great again".
El fascismo no está relegado a los libros de historia.
Y es por eso que no se debe olvidar lo que es capaz de hacer el ser humano a su propia especie.
Veremos.