La Retórica de lo Trivial CV Por Rogelio Rivera Melo.
La Lectura.
Íbamos tomados de la mano caminando por los andadores de un parque en alguna parte de la ciudad. Una pareja de viejecitas nos hizo señas para que nos detuvieramos. Si hubiera pasado hoy es casi seguro que hubiera evitado detenerme, pero sucedió en una época donde aún podía confiar uno en las personas. Pero siendo así, accedimos a sentarnos con ellas en una banca del parque.
Entablamos una conversación casual. Eran dos ancianas que querían platicar con un par de jóvencitos enamorados. De pronto, una de ellas nos dijo «préstenme sus manos para leer su futuro».
«Oh, eso era», pensé. «Son adivinas y seguro nos cobrarán por la lectura». Al ver su cara, estoy seguro que mi acompañante también pensó lo mismo, pero, sin saber cómo, de pronto nuestras manos estaban levantadas, con la planta vuelta hacia la mujer.
Después de examinar las líneas, los bordes, los valles y todos los detalles de nuestras manos dio su veredicto. «Serán muy felices los dos», expresó con una sonrisa contagiosa. Nosotros nos miramos sonriendo. Ella, la anciana, no pidió nada a cambio. De todos modos no hubiera recibido mucho. Un par de estudiantes crédulos que en ese tiempo no tenían mucho para entregar.
No puedo asegurar que la vieja era buena en su oficio. Yo soy feliz. Y espero que la joven con la que caminaba ese día también lo sea. Porque la anciana nunca mencionó la palabra «juntos». Ni tampoco dijo «para siempre».
Veremos.