La Retórica de lo Trivial XLVIII

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Lissette y su tío.

Educando para la vida…

El fin de semana pasado fuimos – la familia de mi padre y la mía – a desayunar al parque nacional del Desierto de los Leones. Realmente fue un excelente tiempo de esparcimiento y diversión para todos – sobre todo los pequeños de la familia. Pero esta entrada no es sobre ese paseo en sí. Esta publicación es acerca de una curiosa observación que pude realizar mientras Lissette y Ricardo estaban sentados, uno junto al otro, en la mesa del lugar donde almorzábamos.

Antes de continuar, permítame expresarle que acabo de cumplir treinta y seis años. Mi hija Lissette nació cuando yo tenía 28 años. Mi padre recién cumplió sesenta y tres. Y su hijo Ricardo nació cuando yo tenía 28 años. Lissette y Ricardo nacieron con dos días de diferencia. Mi hija – la sobrina de mi hermano – es mayor.

Ricardo y Lissette están educados de una manera diametralmente opuesta. Y que se asiente que no estoy diciendo que una forma es peor o mejor que la otra. Son distintas y ya.

Los tiempos cambian y las “modas” educativas van “evolucionando” con la época en la que se desarrollan. Pero pienso que la labor de un padre es proveer a sus hijos con las herramientas necesarias para sobrevivir en un entorno hostil – así es la vida, queridos. Quiéranlo o no.

Cada vez veo – con mucha preocupación – que los padres de hoy se empeñan en facilitarle todo a sus retoños. “Que no sufran”, dicen. “Si para eso estamos los papás”. ¿Y cuando no estén? ¿Qué pasará con los nenes de hoy? Y puedo mirar que con un “mamaaaaá…” acompañado de un par de lágrimas o un gesto de dolor – fingido – los pequeños alcanzan límites insospechados en la permisividad de los padres. Y en realidad me da envidia. 

Mis cuatro hijos tienen dos problemas con la educación que les doy… El primero, mis antecedentes laborales. En mi currículum vitae se puede leer claramente “Sargento del Ejército”. El segundo, la educación que mis propios padres me inculcaron – el “método de la chancla” y la filosofía del “porque lo mando yo”. Y mi tripulación sabe que es difícil, pero justo.

Sé que todo padre desea que a los críos (a los suyos) no les falte nada. Obvio. Pero también me he enterado de casos en que niños de ocho años están siendo “medicados” por sus “atormentados padres” para “aliviar” su déficit de atención. Y en realidad me siento sorprendido. ¿En realidad pensarán que les están haciendo un bien?

Quizá yo esté equivocado. Quizá necesitamos la opinión profesional de psicólogos, maestros, educadores, pedagogos y médicos. Pero comienzo a desconfiar cuando los psicólogos y los maestros empiezan a “recetar” calmantes a un niño que quiere jugar todo el día.

Hace un par de días me preguntaban si mis hijos eran berrinchudos. Les contesté con una frase que me repetía mi mamá (aplicándola a mí, claro) “Para un niño desobediente, cualquiera es su padre”… Y bueno, pues de acuerdo a esa filosofía, cuando le digo “No” a mi progenie, saben bien que es una respuesta que no acepta chantajes ni berrinches. Pero se busca el diálogo. Me gusta escuchar sus motivos. Tal vez, si articulan bien sus pensamientos y sus palabras, me convenzan. Ellos lo saben. Y créame, lector, lectora, que emplean todas sus artimañas de convencimiento para lograrlo. Así, mis amigos, es la vida. 

Normalmente, uno no gana nada con lágrimas y berreos. Pienso que uno debe luchar por lo que quiere. Y si uno puede educar a sus hijos de esa manera, supongo que les está haciendo un bien. ¿O no?

Sé que muchos de ustedes son padres nuevos. O lo serán pronto. Y en realidad espero que comprendan que la situación actual no permite que a un niño se le críe como a un maharajá de la India – a menos, claro, que uno sea un maharajá de la India. Que los tiempos cambian y que tampoco podemos ser padres intransigentes e inconscientes a las necesidades de amor y cariño, pero también creo que la educación basada en valores nunca pasará de moda… Y hasta donde yo sé la buena educación no permite berrinches y chantajes.

Yo les diría a mis chavos… esos panchos no tienen cabida en este cuartel, soldados.

Veremos.

 

Categorías: Reflexiones | 4 comentarios

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4 pensamientos en “La Retórica de lo Trivial XLVIII

  1. Chuy

    wow, Felicidades!!!

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  2. Doppelganger Zu

    Lo mismo sucede cuando los cachorros pican primero en el lado paterno y luego en el materno para saber en cual de ambos les será acorde la respuesta… y si no, buscan un tercero para que séa quien abogue por ellos en pos de obtener lo que anhelan…
    Ahí hay que tener mucho cuidado porque si no se es inteligente y se respeta la decision de los padres, el respeto y peso de sus decisiones comienza a desmoronarse…

    Y sí, debo reconocer que en las mas… Porque lo digo yo, es un argumento imbatible…

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  3. Guillermo Cisneros

    Muy buen aritculo Roy, yo agregaria la siguiente frase

    «Educa a los niños…y no sera necesario castigar a los adultos»

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