Archivo diario: 03/05/2012

La etiqueta de las etiquetas.

La Retórica de lo Trivial XXI. Por Rogelio Rivera Melo

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La etiqueta de las etiquetas.

Me quedé sin habla cuando mi hijo mayor – quien inicia este año la educación media – me comentó sobre las posibles escuelas a las que entrará. “Hay una de chakas, una de fresas y una de nacos”.

Supongo que todo padre debe mantenerse al corriente de las últimas maneras que tienen los jóvenes de “describir” a los otros jóvenes… Pero admito que no es el caso… Así que, fiel a la regla que trato de seguir (esa de siempre preguntar cuando no sé algo), solté la obligada “¿Qué es un chaka?”

La respuesta que me dio el adolescente es lo de menos, pero me hizo reflexionar sobre la manera en que tenemos de ver a los demás, así como en los prejuicios que podemos adoptar hacia todo aquello que es diferente a nosotros.

¿Porqué etiquetamos/categorizamos/juzgamos a las personas que no son “como nosotros”? Las categorías son interminables e infinitas “nacos”, “skatos”, “punks”, “emos”, “gays”, “bugas”, “perredista”, “americanista” y mil que no conozco (incluso se crean nuevas día a día, como los NI-NI’s – esos que ni estudian, ni trabajan).

Siempre pensé que México no era un país racista (quizá porque no había tantas razas diferentes en el territorio como para serlo) – pero ahora me doy cuenta que existe una gran discriminación hacia la otredad. La preferencia sexual, el color de la piel, la nacionalidad, y la religión y hasta el equipo deportivo predilecto, entre otras cosas (ahora está de moda discriminar por la inclinación política), son causas para que las personas den un trato diferente a otras. Y eso, señores, señoras, es el inicio de la segregación.

La siguiente pregunta que le hice a mi hijo… “y tú ¿qué eres?” “Yo soy normal”, fue la respuesta. Ese es el problema básico. Que todos DAMOS POR HECHO, creemos, que somos normales. Y eso sí es como para reír sin parar.

¿En verdad podríamos esperar  que nadie nos pondría una etiqueta por que nos consideramos normales? Por ejemplo, yo he sido (y lo sé porque me los han dicho en mi cara) “nazi”, “fascista”, “represor”, “puto” (si, me lo han dicho), “mandilón”. “guacho”, “sardo” y varios más. Bonito repertorio para la persona más normal de este mundo (según yo, claro). Y lo acepto, también etiqueto a las personas. Quizá ahora lo haga con menos frecuencia – tengo a mi lado a una excelente asesora en asuntos de género y derechos humanos. Pero seamos sinceros, todo eso que no es “como nosotros” o “como a nosotros nos gusta” es “raro”. De entrada. Y todos ponemos “nombres” a esos que son diferentes.

Una amiga que vive en Monterrey y que convive con personas que “los normales” consideraríamos “raros” escribió sobre ellos

“…Constantemente luchan contra estereotipos, sus mentes y personalidades demuestran las llagas provocadas por la sociedad, la cual falla al tomar en cuenta el talento que emana de cada uno de ellos…, tienen necesidades, pero esas necesidades no los convierten en criminales… Con ellos aprendí que generalizar es un gran error…”.

Cuanta sabiduría.

Sé que como padre tengo la obligación moral de mostrar a mi hijo cual es el camino correcto, que como ciudadano tengo la obligación cívica de cumplir con las normas establecidas por la sociedad, pero como humano tengo la obligación ética de considerar a los otros humanos como iguales. Sean lo que sean, hagan lo que hagan, les guste lo que les guste, crean en lo que crean y, claro, voten por quien voten. Nadie es menos – y nadie es más – que otro.

Es normal que, como personas – como individuos, pues – no logremos cumplir todo el tiempo con las tres obligaciones que menciono arriba, pero cuando una sociedad completa olvida ese deber, y no lo valida todo el tiempo, la situación se vuelve peligrosa para todos – porque todos somos diferentes. Y esa es la única certeza que tenemos.

Wayne Dyer  lo deja bien claro: “Cuando juzgas a otro, no lo defines a él o a ella, te defines a ti mismo”.

Así que respiré hondo y le dije a mi hijo: “Quizá a ti te digan de una manera en que te parezca ofensiva. ¿Qué te parece si mejor respetamos a los demás?” A fin de cuentas, todos somos “Humanos”, y creo que esa es la mejor etiqueta que podemos aplicar.

Veremos…

Categorías: Apodos, Certezas de la Vida, Reflexiones, Retórica de lo Trivial | 16 comentarios

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