En un país en el que creemos que las madres hacen magia, no se vale estar chingándolas para que ellas lo arreglen todo.
En su conferencia de prensa diaria, el presidente mexicano Andrés López habló sobre parte de su estrategia para mejorar la situación de la inseguridad que se vive en el país. Pidió el apoyo de todos para garantizar la paz y la tranquilidad en México, pero enfatizó sobre el papel de «las madrecitas»:
«Hablaba yo del apoyo de las familias. Y hablaba yo de pedirles a las madrecitas que nos ayuden con sus hijos. Porque las madres son muy buenas, están llenas de sentimiento; las madres que quieren mucho a los hijos, y nunca una madre va a aceptar que un hijo comete un ilícito», dijo el presidente.
Ahora, no es por minimizar el papel de la importancia de las madres en la educación de los hijos, pero a estas alturas del partido, ya nos encontramos inmersos en una cultura donde el tejido social se encuentra tan desgastado que las causas principales de la violencia no se van a componer con una «plática» de madre a hijo. Seamos bien sinceros y honestos. Estamos más allá de eso.
Es muy fácil salirse por la tangente diciendo que toda la situación de inseguridad – asaltos, violaciones, secuestros, extorsiones, robos y toda la gama de delitos y crímenes que se les ocurran – se debe a que las mamás no han hablado con sus hijos. No. ¿La culpa es de las madres? ¿Y qué hay de los padres? ¿Qué hay del apoyo a los maestros? ¿Qué hay de las oportunidades para los jóvenes? ¿Y qué hay de los propios responsables de cometer los delitos?
En este país siempre nos pasamos chingando a las madres. No se suba a ese tren, señor presidente. Las madres son sagradas, pero no hacen magia.
Y que quede claro que estoy de acuerdo con usted en el sentido de que las madres nos apoyen. Pero no es lo único que hay que hacer ¿Qué más podemos implementar? Sugiero un programa de educación a todos los niveles. La ética y la educación es el mejor camino para salvar – y restaurar – una sociedad desgarrada, no un decreto presidencial para que todo cambie. No queramos hacer magia de un día para otro.
Pero si de magia se tratara, cualquier mago profesional, señor presidente, le podrá decir que los «efectos» no son sino cuestión de trabajo arduo y esfuerzo de años. Si no lo acepta así, me queda claro que solamente es un mero estafador que por azares del destino (o el voto de 30 millones) quedó enfrente de un público que no se traga todos los trucos.
Veremos.
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Texto por Rogelio Rivera Melo.
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Heroísmo Agonizante 101 (Sólo para principiantes) 