Fotografía y texto por Rogelio Rivera Melo.
Sales de trabajar tarde. El clima, ya frío de por sí, amenaza con traer una tormenta de nieve a cuestas. Hay que apurarse, uno no quiere manejar a oscuras hasta la ciudad sobre una carretera resbaladiza de hielo.
Enciendes el auto o al menos tratas de hacerlo. Desde el interior del motor se escucha un ronroneo que no sabes identificar: pudiera ser un cable suelto o una estampida de gatos que han buscado asilo debajo de la tapa del cofre. Vuelves a girar la llave. No se escucha lo mismo, ahora sólo hay el silencio.
La raza se acerca, a todos les ha pasado. Se arremolinan en torno al coche. Entre todos lo acomodan sobre la calzada sin pavimento. Tres de ellos se ubican detrás del carro. Uno, el que dirige la acción, grita "dale otra vez". Y cuando lo haces, ellos empujan. Cinco metros, diez… El motor despierta, como oso que sale de la hibernación.
El equipo grita emocionado. Saben que hoy no tendrán que tomar camión hasta la ciudad.
Delicias, Chihuahua. Febrero 16, 2017.