Monterrey. Diciembre 2016

Crónicas Viajeras.
Monterrey, Nuevo León, México.

I.
La última vez que estuve en Monterrey, allá por el 2010, había una guerra en la ciudad. Hoy las cosas están más calmadas, me dice el taxista que me lleva del aeropuerto al hotel. "Al menos ya no aparecen muertos colgando de los puentes".

"Pero de unas semanas para acá, como que se percibe la violencia", comenta. "Se dan entre ellos", refiriéndose a los enfrentamientos entre los grupos del crimen organizado, "el problema es cuando se meten a la ciudad y se agarran a balazos con gente enmedio".

Avanzamos por la avenida Constitución a vuelta de rueda, los regios tienen una versión propia del infierno de las grandes urbes mexicanas: su planeación no está de acuerdo con la enorme conglomeración de vehículos

"Pero todo este desorden es algo político", me confía. El Bronco, refiriéndose al gobernador de Nuevo León, "está aprendiendo por las malas que no todo se puede con dinero y carisma. Ya no tiene el mismo apoyo que tenía cuando era candidato. Pero los que sufrimos su incapacidad somos nosotros".

"Por eso hay que pensar bien a quién se elije como gobernante", le digo al tiempo que pienso en las elecciones gringas. Como si aparte de manejar un taxi Martín también pudiera leer la mente, me cuenta sobre el caso de la empresa Carrier.

La empresa, fabricante de sistemas de ventilación, abriría una planta en Nuevo León durante el primer semestre del año 2017. Debido al triunfo del candidato republicano en los Estados Unidos, esa decisión se revirtió. "Dejaron al Bronco chiflando", me dice. "Ahora le está pidiendo ayuda a Peña", se ríe, "como si aquel pudiera hacer algo bueno".

Cuando nos despedimos, me recomienda que siempre pida Uber, ya que los taxistas normales siempre andan buscando una fuente extra de ingresos. No quise preguntar a qué se refería pero, viniendo de la Ciudad de México tengo una clara idea de los negocios alternos de la gente.

Al menos en Monterrey ya no cuelgan muertos de los puentes… nada más entran a un babyshower y matan a dos niños.

La última vez que estuve en Monterrey había una guerra. Siete años después, sus habitantes ya son veteranos.