Por Rogelio Rivera Melo.
El mundo despierta hoy teniendo un nuevo galardonado con el premio Nobel de Literatura. Un estadounidense – conocido mundialmente más por su música que por sus letras – es el ganador.
De 2016, el estadounidense Bob Dylan. “Por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense«.
Dylan sabe lo que es ganar premios. Ya había recibido un Pulitzer, varios – muchos – Grammy, una estatuilla Oscar, un premio Kennedy, la Medalla Presidencial de la Libertad, la Orden de las Artes y Letras y uno de sus libros ha estado dentro de la categoría de los mejores 10 libros del año. Fuentes allegadas a él, mencionan que de niño también le pusieron una estrellita en su clase de Maternal 1.
Creo que solamente le faltaba el Nobel. Y si ustedes quieren homenajearlo con un chocolatito o una medallita de la papelería de la esquina, seguro que lo acepta.
Bien por Dylan. Bien por la música. Bien por la poesía. ¿Qué es un músico sino un poeta? Y a diferencia de muchos ganadores previos, a éste casi todo el mundo lo ha escuchado – que no leído – alguna vez.
El ganador Bob Dylan en una frase:
«El rollo del artista que pasa hambre es un mito. Lo iniciaron los grandes banqueros y las jóvenes damas prominentes que compran arte. Ellos simplemente quieren mantener al artista bajo su dominio. No tienes que morirte de hambre para ser un buen artista. Sólo tienes que sentir amor y tener un punto de vista claro. Y tienes que combatir la depravación. El no transigir, eso es lo que forma a un buen artista. No importa si se tiene dinero o no. Además, hay otras cosas que conforman la riqueza o la pobreza aparte del dinero».
Además, la nominación y el anuncio no fueron tan sorpresivos. Hasta ayer, Dylan estaba en cuarto lugar en los momios para recibir el premio, debajo tan sólo de los escritores Adonis, Thiong’o y Murakami – el Cruz Azul de las letras mundiales.
Pues felicidades a Bob y a sus fans. Esperemos que durante el siguiente año podamos leer más y más.
Veremos.
Post Scriptum.
A los mexicanos nos quedará siempre la duda. Quizá el Nobel de Literatura de este año era para Juan Gabriel. Pero se murió. O quizás no. Porque sus letras eran jotas y nacas.