Por Rogelio Rivera Melo.
Siempre nos dicen que los monstruos son malos y que debemos huir de ellos. Nunca nos avisan que el monstruo vive en nosotros.
De pequeños tememos al monstruo. Siempre nos dicen que esos seres son malignos; y que todo el tiempo deberíamos temerles. En los cuentos con que nos embelesan desde niños, el infierno encarna en los horribles esperpentos que evocan la maldad del mundo. Nunca nos preparan para el momento en que nos damos cuenta de que el monstruo está en nosotros.
Te enseñan a que acecha debajo de la cama, que se encuentra en los lugares oscuros a los que nunca te atreves a ir. Te cuentan que está listo para saltar sobre ti, para desgarrarte, para deshacerte. Pocos son los que conocen al monstruo. Porque nadie, nunca, te dice que el monstruo eres tú.
Y si aceptas mi consejo, te diré que no se debe temer a la monstruosa bestia que vive en tu interior. Asómate a su mundo – que es el tuyo propio. Mira cómo vive. Observa cómo actúa. Comprende cuál es el mecanismo que rompe sus cadenas y qué es lo que hace que salga a la superficie.
No escondas a tu monstruo en un rincón olvidado. Ni trates de domarlo. Al contrario. Aprende a vivir con él. Con tu sombra y su oscuridad.
Nunca sabes en qué momento tu monstruo interior salvará tu vida.
El monstruo que vive en mi – la parte horrible de mi mismo – me salvó. No puede ser tan malo.