Capítulo 1.
“Pueblos Mágicos”.
Hace tres semanas recibí una llamada telefónica. El número que apareció en la pantalla de mi teléfono era el de un editor para el que realizo trabajos ocasionales. De esos que a veces cuajan y a veces no, pero en los que siempre me he divertido, aunque a veces no paguen.
“Hay una historia que quiero que investigues”, me dijo. “Es algo rara, pero si no sale nada de ahí, puedes aprovechar para investigar dos o tres líneas más. En una de esas te ganas el Pulitzer”. El tipo me cae bien, por su buen humor. “Entonces, wey ¿Le entras?”
“A ver, cuéntame”, respondí.
“Wey, ya sé que vas a decir que sí. Como si tuvieras un chingo de cosas que hacer”. Me imagine la sonrisa en su cara cuando dijo esa frase. Y es que sí iba a aceptar.
“Mira, tienes un asiento reservado en el avión que sale mañana por la mañana a Culiacán. Tu contacto es Simón González*. Ahorita envío a tu correo la clave de reservación y la foto del ‘Saímon’”.
He aprendido que nunca debes interrumpir a un editor – de hecho a ningún jefe – cuando está hablando. Deja que te den la mayor información posible sobre lo que quieren. Si no te apendejas, normalmente te dicen todo lo requieren y se detienen solos antes de decirte cuánto te van a pagar, en qué hotel te vas a quedar o cómo le vas a hacer para pagar los gastos que genere tu “asignación especial”.
Como no lo interrumpí, Don Jefe continuó: “Simón te va a llevar a un lugar en la sierra de Sinaloa. Tienes que ir con él. Ya tiene sus contactos y no hay modo de subir al monte sin que te acompañe. Él ya sabe cómo está el pedo. No te preocupes, ya hemos trabajado con él. Todo un profesional, el wey. Ya que anden por allá aprovecha para sacarle la sopa sobre la situación. Ya sabes, le preguntas cómo está el rollo ahora que el patrón está en la cárcel, quién se quedó al mando y eso”.
Cuando hablas con alguien que te va a pagar por un trabajo y empieza a darte una lista de “cosas que puedes hacer”, ten la certeza de que te va a dar la opción de te estoy dando la oportunidad de que escribas muchos textos que luego, si son buenos, puedes venderme. ¿Pero ir a Sinaloa para escribir de narcos? ¿De verdad? Eso ya está muy visto. Y ni siquiera le funcionó a Sean Penn – y eso que entrevistó al mismísimo Joaquín Guzmán con patrocinio de Rolling Stone.
En realidad lo que me preocupa. No mucho, pero siempre está ese sentimiento ahí, es que la SECTUR – secretaría de turismo – ha declarado que la mitad de los poblados de México son “Pueblos Mágicos”. A mi parecer, se han quedado cortos. Si lees los periódicos – los que no están alineados – sabes que más de la mitad del territorio nacional es “mágica”: en este país de un momento a otro te desaparecen. Para siempre. Ahora estás, ahora ya no. Dicen.
Un gran número de esos desaparecidos son periodistas. Hay una gran posibilidad de que si escribes en la sección de espectáculos te conviertas en una estadística en las “verdades históricas”. Y es que, lamentablemente, en mi patria, narcotráfico y política no son más que el mayor show bussiness del lugar, uno en el que todos somos espectadores o participantes, lo deseemos o no.
“Ah, también puedes aprovechar para investigar lo de las elecciones de este año. Te revientas unos cuantos textos y si son buenos, te los compramos”. ¿Ven? Narco y política. El mero showbizz.
Cuando termino de anotar sus “asignaciones especiales”, la lista en mi libreta es más larga que la que mis hijos escriben para pedir un regalo en navidad. E igual de imaginativa: “Papá, Santa Clós, Reyes Magos, Alguien: Quiero una consola de última generación, tres videojuegos, una tableta, un dron a control remoto y un dragón que lance fuego. O un poni”. Así. Uno nomás se ríe.
Y tal como le sucede a los niños cuando ven que uno no les vas a regalar nada de lo que piden, el hombre al otro lado de la línea continuó: “Pero, wey, la que más me interesa es la línea que te va a dar el Simón. No mames, wey. Que te cuente, wey. Está de no creerse. Llámame cuando estés allá. Ahí estamos en contacto”.
Esa última frase es la que señal que uno reconoce para hacer la entrada entrada. Si no la aprovechas, ya te jodiste. Con voz segura – no hay que dejar que perciban el miedo – uno dice: “Hermano… ¿cómo le hacemos con los gastos? ¿Y el pago?”
“¡Oye! No te preocupes por los gastos, carnal». Mmmm… Creo que todos trabajan con la misma fórmula. «Ya sabes, hermano. Tú pagas y luego me mandas las facturas para que te reintegre el dinero. Lo que sea”. Ajá. Igual que en la última vez. “Estás en asignación especial, brother. El pago lo negociamos en base a lo que traigas. ¿Te late?”. Hermano, carnal, brother.
La mayoría de las aventuras en la vida comienzan con una llamada en la que te piden que vayas a lugares raros, en “asignación especial”.
El secreto está en ir. Aunque uno no quiera.
Así que vine. A un lugar mágico.
Veremos.
——————————
*El nombre está cambiados por solicitud de los interesados.
——————————
Esperen el capítulo 2 de esta historia
Yo también soy el que soy. 
Heroísmo Agonizante 101 (Sólo para principiantes) 