Por Rogelio Rivera Melo.
«Arbeit macht frei».
Atravieso la reja de manera voluntaria.
La cruzo y contemplo la inmensa explanada. Está vacía.
Imagino. No puedo evitarlo.
¿Qué pasaba aquí cada día?, me pregunto. ¿Cómo habrá sido vivir/morir aquí?
Sigo avanzando. Camino hacia un horrible memorial que se erige en el centro de la plaza.
Su fealdad me recuerda que en este lugar no puede – no debe – haber nada hermoso. Nada bello.
Está helando, aunque no sé si sea el clima o sea yo.
No puedo evitarlo. Imagino. Siento la impotencia. Escucho los sollozos.
De manera involuntaria, mis ojos son atravesados.
Volteo y miro a otras personas llorar. Lágrimas de pena, de humanidad.
Es la única calidez entre la helada atrocidad. La única belleza aquí.
Dachau, Alemania.
Septiembre, 2014.
Texto hallado hoy en mi libreta de viajes.