Con pelos y señales VIII. Por Rocío Sánchez.
Dicen que una pieza de joyería en las partes íntimas – aparte de su finalidad decorativa – sirve para «incrementar» las sensaciones a la hora de tener sexo. ¿Será cierto?
Sigue la flecha.
Agujeros y más agujeros.
Me da ternura la gente que se espanta de que uno se perfore otra cosa que no sean las orejas (cuando es mujer, por supuesto). A final de cuentas, los aretes son adornos culturalmente aceptados, así que colocarlos en partes inusuales del cuerpo no debería ser sino una variante de esa decoración.
Orejas, nariz, cejas, labios, mejillas, pezones y ombligos van por el mundo luciendo joyería de todo tipo, desde colores oscuros hasta flamantes cristales. Los genitales no podían ser la excepción. Mientras a algunas personas se les eriza la piel con sólo pensar lo que dolerá perforarse el glande, a otras se les sube la temperatura al ver un clítoris con una coqueta pieza de joyería.
Las perforaciones (piercings) son ya tan populares que se realizan hasta en las afueras de las estaciones más concurridas del metro. Por supuesto, pagar por este servicio en semejantes condiciones, en el tianguis o en cualquier otro lugar que no sea un establecimiento certificado es jugar a la ruleta rusa.
Adornarse de este modo innegablemente implica molestias y riesgos, por lo que vale la pena acudir con un profesional que tome precauciones para evitar, por ejemplo, la transmisión del VIH o la hepatitis C usando material esterilizado y desechable.
En realidad no es tan doloroso como se piensa, me aseguró una vez Hugo García, “Mars”, perforador en esta gran capital. “Usamos una aguja especial con un filo impresionante, incluso más que una jeringa. El corte es limpio (de un solo tajo), rápido e indoloro.
Entre mejor se hace una perforación, menos duele. Si se hace de manera profesional, prácticamente no duele nada; puedo asegurarte que duele más una inyección”. No se lo dije (él es el experto), pero que no duela nada; las que yo me hice en la nariz y las orejas no fueron miel sobre hojuelas. Pero quien se decide por esto sabe a lo que va. Es sólo un momento de dolor por toda una vida de embellecimiento (o hasta que te quites la pieza y la piel cierre sola).
¿Dónde sí y dónde no?
De acuerdo con Mars, en el pene, la perforación puede hacerse en el glande pero evitando que la pieza atraviese la uretra, pues esto podría acumular sarro y ser muy doloroso. Para hacer un piercing en el tronco “sólo se perforan las primeras capas de la piel porque si se hace más profundo se corre el riesgo de afectar los cuerpos cavernosos y que el hombre se quede con una erección permanente que sólo se soluciona con un procedimiento médico”.
También pueden decorarse los testículos colocando las piezas sólo en la piel que los cubre. Para las mujeres, una perforación profunda en el clítoris sólo quedará bien si éste tiene cierto tamaño pues “la perforación se debe hacer lo suficientemente profunda para evitar que la pieza se recorra gradualmente y termine en un posible corte”. Si no se tiene un clítoris muy desarrollado, puede colocarse la joya en la piel que lo cubre u optar por los labios mayores o menores.
Por la humedad natural de los genitales, estos piercings requieren algunos cuidados específicos como lavarlos una o dos veces al día además del baño diario y no usar antibióticos ni sustancias como alcohol o ungüentos. Se recomienda esperar 15 días para estrenar el arreglito en la acción sexual, así ha dejado de doler por completo y no se lastima la perforación. Nota importante: es necesario usar condón durante un mes y medio, por lo menos, que es el tiempo que la herida tarda en sanar. Por muy pequeña que sea, es una puerta abierta de par en par al organismo. Además hay que considerar que la cicatrización total tomará entre 7 y 8 meses.
Hay un lado mítico sobre estos piercings y su utilidad durante la estimulación sexual. En la experiencia de Mars, los que sí podrían contribuir al placer de quien los porta son los del clítoris y los de los pezones, mientras que en el pene se trata sólo de una cuestión visual (aunque hay versiones de que implica estimulación extra para quien recibe la penetración). Aquí no me puedo ofrecer como conejillo de indias, mi tolerancia al dolor no llega a tanto, pero tú ¿tienes alguna de estas decoraciones o te has relacionado con alguien que las tenga?
Ilústrame, por favor.
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Lector, lectora ¿tienes alguna perforación corporal en alguna parte íntima de tu cuerpo o te la harías? ¿Conoces a alguien que la tenga? Cuenta, cuenta… Nos interesa saber. Deja tus comentarios y que el mundo siga girando.
Si tienes alguna sugerencia, duda, pregunta, comentario o situación sobre la que quisieras que Rocío escriba, (recuerden que es especialista en temas escabrosos y cachondones) puedes enviar un correo a heroismoagonizante101@gmail.com – Garantizamos el anonimato de quienes lo soliciten. Esperamos tus mensajes.
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