Por Rogelio Rivera Melo.
Hoy, en México, la bandera se iza a media asta.
19 de Septiembre. Una fecha que todos los mexicanos mayores de 30 años recordamos con horror – sobre todo aquellos que vivimos en la capital durante ese mes, en el año 1985.
No quiero agobiarlos con los recuerdos que guardo de ese día – cada uno tiene sus propias pesadillas y remembranzas – pero quisiera, en este texto, recordar a aquellos que se vieron arrancados súbitamente, a las 0719, de este mundo.
Lo sucedido ese día años fue un recordatorio que la naturaleza nos lanzó a todos, viviéramos en la Ciudad de México o no. Un aviso de que la vida no es tan segura como pensamos; que nuestra realidad es una ilusión y que tan solo bastan 2 minutos para cambiar la perspectiva colectiva, el ánimo y la situación de millones de personas. Sea como sea.
En fin, no olvidamos a nuestros amigos y familiares que se fueron ese día. Pero sobre todo, no dejemos a la suerte lo que podemos hacer frente a un terremoto – suficiente es tener que vivir con la certeza de vivir sobre uno de los puntos más sísmicos del mundo. Tenga la seguridad que volverá a haber – en algún momento – otro movimiento telúrico de alta magnitud.
Comprendamos, aprendamos, hagamos un plan y practiquémoslo con la familia en casa y con los compañeros en el trabajo.
Preveamos. Que nada nos cuesta.
Veremos.
un recuerdo silencioso pero con corazón por todos los que tuverion un cambio en sus vidas, en su historia, ese 19 de septiembre de 1985…
a mí me tocó vivirlo en el patio de secundaria del tepe, y recuerdo como empezaron a reventarse los vidrios de algunos salones y como los compañeros corrían para salir al patio… recuerdo que mi papá me dijo tranquilo, separa los pies y con eso vamos a mantener el equilibrio… cuanto tiempo duró no sé, pero se me hizo eterno… en ese momento no lo dimensioné…
despues vino el mareo y recuerdo que me quedé en casa de mi abuela sin tele sin radio… no supe nada hasta que llegué por la tarde a la casa y empezaba a filtrarse el dibujo de lo que la tragedia realmente significaba…
fue cerca de un mes de no ver a mis padres todo el tiempo puesto que por sus profesiones la nación los demandaba para organizar y ayudar a los que estaban en desgracia…
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¿Y la maleta de emergencia?
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Recuerdo aquello, las imágenes en televisión, los escombros, la gente llorando. Para la niña que yo era entonces imaginar lo que sufrían al otro lado del mar me resultaba insoportable. Volvió a ocurrirme con Colombia y el Nevado del Ruiz, con Haití, con Japón, con… mi sentido de la empatía es, a veces, una maldición.
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Recuerdo la fecha como un episodio de angustia, con apenas 6 años no entendía la magnitud de lo que ocurrió, fue hasta la noche de ese día que entendí que lo que pasaba era muy grave, de entre las cosas que recuerdo además de los intentos desesperados por tener contacto con el resto de los familiares, esta el estruendoso silencio que se hizo en la casa de mi abuelito cuando ante la mirada atónita de todos los adultos, mi madre se puso en la puerta para impedir que mi abuelo regresara por la noche a remover escombros. Jamás borraré esa imagen y sus palabras de mi mente, ella dijo: -sólo que me mates me quitas de la puerta. Con todo y eso él intento convencerla de que se apartara del camino, hubo gritos y todos apoyaron que no saliera, finalmente mi abuelo no salió, la siguiente imagen fue verlo pegar en la pared de impotencia… nosotros al fin niños, sólo lloramos.
Lo siguiente fue juntar con los vecinos medicinas, separar ropa, trastes, juguetes, alimento, lo que hubiera para que se llevara a los albergues improvisados.
Sé que lo que comparto, no tiene dimensión, con todo el dolor y la angustia de gente que padeció las consecuencias de lo ocurrido esos dos días, hoy veo las imágenes y es como volver a sentir esa angustia y miedo de ver a mi madre retar a mi abuelo.
Este día me sumo a las oraciones que se elevan al cielo por los caídos en desgracia.
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Ese día estaba casi lista para irme a la escuela, solo estaba a 5 minutos de casa así q no era necesario salir tan temprano.
De pronto todo se empezó a mover, incluyendo el librero q teníamos justo frente a nosotras y amenazaba con caernos encima, mi mamá, colapsada, como siempre cuando tiembla, puede atender a alguien moribundo pero ante un temblor no hay nada q hacer con ella, por fin termino…. mi papá salió hacia su trabajo, Banamex en la calle de Palma en la colonia centro, aún recuerdo su cara pálida y su boca seca cuando regreso diciendo:
«todo se cayó, había compañeros míos en curso a esa hora y nadie pudo salir, nadie sobrevivió»
Los días siguientes estuvieron llenos de imágenes aterradoras en la televisión que un día me hicieron gritar a mis tan solo 7 años «ya apaguenlaaaa!!!!» y los meses, los años siguientes, de caminar por el centro de la ciudad, con ese olor q emanaba de los edificios aún en ruinas, jamás lo olvidaré.
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