Por Rogelio Rivera Melo
Tengo dos obsesiones en mi vida… Conscientes, claro. Imagino que inconscientes tendré unas cuantas más.
Siempre que voy a un lugar donde se realice algún tipo de comercio de libros- mercadeo, negociación, mercantilización, compra, venta o canje- DEBO salir con al menos un espécimen.
Ahí está. Ya lo dije. Esta “afición” a adquirir libros ha sido la consecuencia de observar tres verdades absolutas en mi vida. Nunca hay bastante dinero para comprar tantos libros como quisiera; nunca hay mucho espacio para guardarlos, y nunca hay suficiente tiempo para leerlos.
La semana pasada, en casa, nos dedicamos a organizar los libros que tenemos. Los leídos, los que van empezados y los pendientes por leer. Fue necesario comprar un librero nuevo. Además, nos dimos cuenta que la lista de no-leídos es tan larga como para no comprar más obras durante este año.
Créame cuando le digo que llegar a esa decisión no fue algo sencillo. Esa obsesión, ese deseo por poseer más libros, no es algo que pueda ser frenado en cualquier momento. Pero hay motivación extra- eso que ahorremos podremos utilizarlo en nuestro próximo viaje- de donde, seguramente, traeremos unos tres o cuatro- o diez o veinte- buenos libros.
Así que, a partir de hoy, no más libros comprados. Pero mi cumpleaños es el 26 de marzo, por si me quieren regalar alguno. O algunos.
Total, en nuestro nuevo librero todavía hay suficiente espacio para “adoptar” a esos libros que nadie lee. O las novedades del mes. O los best-sellers. O…
Veremos.