El día 8 de diciembre de 2020 pasó la Virgen de la Purísima Concepción enfrente de mi casa. Y ese mismo día me mordió una pequeña pantera.
La Santa Patrona de Chichí Suárez es la Virgen de la Purísima Concepción. Según nos cuenta doña Rosy, cada año, los 8 de diciembre se realiza una fiesta en grande para celebrar a la Virgen.
Este año no hubo misa en la iglesia del pueblo ni fiesta en la explanada, solamente la imagen de la Virgen salió a dar una vuelta en su camioneta Cheyenne – supongo que la heredó de San Joaquín – por todas las calles pavimentadas de nuestra comisaría.
A eso de las 7 de la noche pasó la Virgen frente a la casa. Los vecinos salían a la puerta de su hogar para saludar. Nosotros no salimos, pero escuchamos los estallidos de pirotecnia que – supongo también – le fascinan a todos los santos.
Por ahí de las 8, a la hora de sacar la basura, J. se encontró con una pequeña sorpresa en la puerta de la casa. Me llamó para que sacara una lata de atún.
Cuando llegué, ella ya estaba en el piso en plena sesión de sobada de lomo con un negro felino de grandes ojos amarillos. Una pantera en miniatura.
El animalillo me miró llegar y se lanzó a mi lado. Creo que el aroma del pescado enlatado tiene ese efecto en los gatos.
Mientras devoraba su atún, lo analizamos como se mira a una obra de arte en el museo.
Un gatito de pelaje corto color azabache tan flaco que los huesos se le advertían a simple vista. Debí tomar nota de ese detalle.
Sus movimientos eran tan perfectos como sólo los de una criatura gatuna, esa maravilla de la naturaleza, pueden ser.
Terminó su pescado y de inmediato exigió amor. Se frotó contra mí con su suave pelaje. En la oscuridad sus ojos amarillos eran la única manera de saber que había un gato en el lugar.
«¿Qué vamos a hacer contigo?» , le dije. «Te tengo que llevar al veterinario, pero antes debo presentarte a Nicolás y a Dargo. Ven, vamos».
Levanté a la bestiecilla del suelo. Y lo llevé cerca de los Perrosaurios.
Nicolás lo miró de lejos. Dargo se acercó un poco más. Y el infierno se desató.
El animal se transformó en un arma mortal llena de afiladas garras y puntiagudos dientes. Rasguños en los brazos. Y un par de mordidas.
Jamás había sido atacado por un Tigre versión XS.
Nunca me había mordido un gato.
Al encajar sus colmillos en mi hombro lo tuve que soltar.
Saltó de mis brazos y se perdió en la maleza de la selva de Yucatán.
Hoy, 9 de diciembre, la bestia salvaje regresó.
Pienso que existen dos opciones por las que volvió:
1. Sabe que Lule le dará atún, o
2. Le agradó el sabor de la carne humana y está esperando el momento apropiado para saltar sobre mí, enterrar sus dientes de estilete en mis carnes y terminar el trabajo que empezó ayer.
Cualquiera que sea el motivo, hoy tenemos una pequeña pantera en casa.
Mañana tiene cita en el veterinario para checar que la mordida a mi ser no le haya propiciado alguna enfermedad.
No tiene nombre aún. Porque es probable que no se quede en casa. Jamás he tenido una pantera comegente. Así que no me pienso encariñar con esa clase de fiera salvaje.
Pero como siempre he dicho…
Veremos.
P. S. En el remoto caso de que sucediera un milagro – de esos que hace la Virgencita de la Purísima Concepción – y solamente si el bicho traicionero ese eligiera quedarse… ¿Qué nombre me recomiendan para una bella criatura negra de enormes ojos amarillos?
Yo también soy el que soy. 
Heroísmo Agonizante 101 (Sólo para principiantes) 