La vaca no da leche.
«Cuando tengan doce años, les contaré el secreto de la vida«, decía un campesino a sus hijos cuando eran pequeños.
Los niños, intrigados por la aseveración, esperaban pacientemente hasta que cumplían la edad acordada.
El día del décimosegundo aniversario de cada uno de los muchachos, el padre los apartaba y les hacía prometer que no revelarían el secreto a los demás hermanos. Los llevaba al establo, deteniéndose frente a la vaca de la familia, y susurraba en el oído del cumpleañero: «El secreto de la vida es que la vaca no da leche».
«¿Qué es lo que dices?», preguntaba incrédulo el muchacho. «Si todas las mañanas vemos cómo llegas a la casa con un gran balde de leche después de estar con la vaca».
«Tal como lo escuchas, hijo», respondía el hombre mayor. «La vaca no da leche. Tienes que levantarte a las cuatro de la mañana todos los días. Todos. Sales al campo, caminas por el corral lleno de excremento, te acercas a la vaca, le atas la cola y las patas. Luego te sientas en el banquito, colocas un balde y comienzas la ordeña. Ese es el secreto de la vida: la vaca, la cabra, la oveja no dan leche. O las ordeñas o no la dan».
«Hay quienes piensan que las vacas dan la leche. Que las cosas son automáticas y gratuitas. No. La vida no es cuestión de desear, pedir y obtener. Las cosas que uno recibe son el esfuerzo de lo que uno hace. La ausencia de esfuerzo genera frustración».
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Así que, lector, lectora, recuerden compartir con sus hijos, desde pequeños, este secreto de la vida. Para que no crean que el gobierno, o sus padres, o sus lindas caritas van a conseguirles leche cual vaca lechera. NO. Las vacas no dan leche. Hay que trabajar por ella.
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Texto de Mario Sergio Cortella.
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Creo que siempre hemos creído que las vacas dan leche porque el esfuerzo del día a día lo tenemos asumido. El trabajo que requieren las cosas cotidianas es parte de la rutina y no lo vemos como esfuerzo. No te planteas que has de hacerlo, lo haces sin más.
El problema es si enseñamos a las nuevas generaciones a automatizar/naturalizar esos esfuerzos o si preferimos señalarlo para que se concentren en lo mucho que cuestan las cosas básicas y entonces nunca lleguen a las avanzadas…
Lo primero que te dicen en la autoescuela es que cuando hayas practicado lo suficiente, cambiar de marcha será algo inconsciente. Al que lleva la ele azul le cuesta horrores, mientras que a quien ya tiene el carné no le supone absolutamente ningún esfuerzo. ¿Nos conformamos con educar para eternos cuidadanos noveles?
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