Desperté no tan temprano. Llovía afuera. Salí de la habitación sin muchas ganas de enfrentarme al mundo. Pensaba en todo lo que ocurre en el país: asesinatos, huachicoleros, narcotráfico y la inconformidad social. Entré a la cocina por agua y leí las noticias del día.
Después di una vuelta por las redes sociales y me sorprendieron tantas y tantas expresiones de odio en los muros virtuales de mis amigos y conocidos… Eso de las campañas políticas no nos está dejando muy bien parados como seres humanos, chavos.
Cosas del tipo: «Nadie que sea partidario de X candidato vale la pena» o «Están bien idiotas los que seguirán votando por Y candidato».
¿De verdad?
Me tomé un café y comencé a pensar en que gane quién gane en las próximas elecciones, una gran cantidad de personas quedarán resentidas con otra cantidad casi igual
¿Podremos soportar eso otra vez? Llevamos dos sexenios con la misma cantaleta.
Después de un terremoto devastador que nos demostró que unidos podemos hacer tanto por los demás, ¿acaso no deberíamos estar pensando en unirnos para que el país sea un lugar mejor?
En tiempos de elecciones debemos de unirnos por un país mejor, no de separarnos.
Ya lo dijo el maestro japonés: