El “Reto de 30 días” para el mes de agosto trata sobre esas cosas que uno aprende en el día a día de la vida, con la finalidad de identificar las oportunidades y los momentos de aprendizaje que se viven durante 24 horas.
9 de agosto – Hoy aprendí… sobre «el incorrupto» Remigio Leroy. Con ese apodo, estoy seguro de que no era político

Mucho gusto, Don Remigio.
En marzo de 1861, justo al término de la guerra de Reforma, México estaba hecho un desgarriate – nada raro en el país. Pero a pesar de que el conflicto había terminado, la gente seguía muriendo, así que en Guanajuato inauguraron el Panteón Municipal de Santa Paula. Entre los muertos de esa época, uno de nacionalidad francesa iniciaría una macabra tradición guanajuatense.
Cuando Remigio Leroy murió, fue enterrado en ese cementerio. Uno de los requisitos para permanecer en el lugar era cubrir una «renta» de cinco años. Si no pagabas, tus restos eran exhumados. Y al parecer, el pobre Remigio no pagó.
En junio de 1865, el francés fue desenterrado por los sepultureros. Éstos se sorprendieron al observar que don Remy era un muerto que estaba casi como nuevo. Como muerto nuevo, claro.
A alguien se le ocurrió la grandiosa idea de llevar el cuerpo al edificio contiguo al cementerio y, ¿por qué no?, exhibirlo para que todos los mirones morbosos de la ciudad pudieran admirarlo – obvio, a cambio de una cuota de recuperación.
Otros muertitos morosos fueron desenterrados y su estado era similar al de Leroy. Así que la colección fue creciendo hasta convertirse en, sí, claro, el Museo de las Momias de Guanajuato.
En la región alrededor de la capital guanajuatense las condiciones del terreno – deshidratación, temperatura, alcalinidad – provocan que los cadáveres queden, de manera natural, como charamusca guanajuatense – un dulce de caramelo hecho de piloncillo y mantequilla, que se endurece y queda tan reseco que no se puede ni comer. Ni lo intenten, de verdad.
Debido a esas características de momificación natural, las de Guanajuato, a diferencia de sus primas egipcias, no tienen vendajes. Y esa es la principal razón por la cual pudieron luchar en contra de El Santo y el Blue Demon: Las momias faraónicas no podrían moverse por estar inmovilizadas como niño envuelto. Así los luchadores nada más las hubieran agarrado como costal de box, lo cual no es tan emocionante como para hacer una película de luchadores.
Me pregunto si don Remigio Leroy se habrá enfrentado a los héroes del pancracio mexicano. Quién sabe. No creo, porque no se le ve en el cartel de la película.

Don Remigio está pelón y estas momias tienen peluche
Eso aprendí hoy.
¿Tú qué aprendiste?
Veremos.
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Texto y foto por Rogelio RiveraMelo
#Reto30Días #HoyAprendí
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