NO TODOS PODEMOS SER REMBRANDT.
“El papel del arte en la convivencia social”
Ayer me vino a la mente la historia de aquel pintor entusiasta que solicitó ingresar a la renombrada Academia de Artes de la ciudad en la que vivía. Aún cuando sus acuarelas no eran tan malas, fue rechazado – e incluso ridiculizado – por la calidad de sus obras. Justo ahí culminó una incipiente carrera artística, y esa, como todas las acciones de ese tipo, representó una gran pérdida para la humanidad. Se perdió un artista.
En la gran diversidad biológica del planeta en que vivimos, la mayoría de los animales y vegetales viven en conglomerados sociales, ya sea entre su propia clase o entre diferentes especies. Pero, paradójicamente, tan solo una especie – el gran primate clasificado como “homo sapiens” – es conocido por utilizar un método para modificar racionalmente su entorno.
El “Arte” – como conjunto que enmarca a “las artes” – constituye la principal característica que diferencia al ser humano de los demás habitantes de nuestro mundo.
Más de una cultura hace constar en sus tradiciones antiguas que los propios dioses fueron quienes “regalaron” el arte a los hombres y a las mujeres en el inicio de los tiempos, “iluminando” con esta acción a la raza humana. Por tanto, es válido establecer que la convivencia social humana no está subordinada al arte. Al contrario, nuestra convivencia social se humaniza debido a la creación artística.
Como puede hacer constar todo aquel que convive con niños pequeños, la necesidad de crear es inherente al ser humano. Desde una edad temprana, los cachorros humanos buscan representar el entorno que observan. Y como el arte – en cualquiera de sus representaciones – implica convertir el caos en un orden definido por el artista, es por eso que, al crecer, los humanos buscan modificar el ambiente en que viven de acuerdo a sus preceptos culturales de belleza y fealdad.
La importancia de la construcción artística radica en la organización racional de elementos aparentemente aleatorios para la obtención de un resultado estético. Nos enorgullecen las representaciones artísticas del grupo al que pertenecemos; las muestras y las obras de arte, aún cuando nos engloban dentro del concepto de humanidad, también nos otorgan identidad cultural. Nos hacen iguales a los otros, pero diferentes.
El papel del arte en la convivencia social es fundamental. El autor Frederick Douglas escribió que “el conocimiento incapacita al niño para ser esclavo”. Se podría complementar su argumento señalando que “el arte lo sensibiliza para ser un mejor humano”.
La educación artística en las primeras etapas de la vida genera una motivación duradera para la construcción, para la responsabilidad que implica “ser creador”. “Ser artista” implica una observación del medio, merece una discriminación de elementos y medios, necesita un análisis objetivo, y una representación subjetiva, requiere disciplina y, a la larga, estudio.
Quien genera vive un desapego del “yo”, anteponiendo poniendo la obra sobre su persona. La insufla con su propio aliento vital. La sufre. Y finalmente demuestra la madurez necesaria para entregar a su “hijo”. El artista crea para soltar; para mostrar orgulloso su creación al mundo.
En realidad, no todos podemos ser un Rembrandt, o un Mozart, o un García Márquez, pero, ciertamente, si el muchachito acuarelista mencionado al inicio de este texto hubiera recibido la motivación necesaria para continuar con su carrera artística, quizá su nombre no habría sido el de un pintor famoso, pero tal vez tampoco habría estado relacionado con el horror generado por sus acciones futuras. Y la firma “Adolf Hitler” estaría en la esquina de sus cuadros; no en las órdenes de batalla de la segunda guerra mundial.
No dudemos en exaltar el arte, no como remedio, no como panacea para los males de la sociedad, sino como el único método válido para alcanzar la igualdad entre los hombres. No importa si es mediante la música, la pintura, la literatura, el cine, el teatro, la arquitectura, la danza o la filosofía. En cualquier actividad que desarrollemos – sea ésta cual sea – busquemos la excelencia en nuestras acciones y hacer arte.
Crear es permanecer. Crear es trascender. Crear es socializar. Y educar es crear.
Citando a Facundo Cabral – artista cuya existencia fue trágicamente segada por las balas del crimen, “Dios ama a los cantores. Un hombre que canta es uno que no empuñará un fusil”.
Y creo que todos sabemos cual de las dos opciones es la mejor.
Veremos
Todos nacemos artistas, buscamos el porque de las cosas, nos ponemos en contacto con un sinfín de sentimientos, buscamos afanosamente un canal para expresarlos. El arte es la visión y perspectiva de cada quien. No existe un buen o mal arte. Se dice que todos tenemos un poco de músicos, poetasy locos, lo importante sería tener un mucho de niños, sin miedo al que dirán o al no ir con lo establecido. Ver a un niño frente a un lienzo, cualquiera que este sea, resulta una experiencia muy valiosa, nos enseña que no es un lienzo en blanco, es un mundo de mil oportunidades, un mundo lleno de historias, un mundo donde todo, absolutamente todo, es posible.
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